Carta a Luisa Sobral y Salvador Sobral

Ensayo
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Carta a Luisa Sobral y Salvador Sobral

Queridos hermanos:

Queridos hermanos:

No. Esto no es una misa, estamos a jueves, todavía es pronto, y una al mes para una señora de fe como soy es más que suficiente. Cierto es que suelo evitar la palabra queridos al comienzo de las cartas, intento personalizarlo, aunque en este caso me resultaba gracioso. Algo así como si lo encontrase en la calle, Salvador, y nos chocásemos. Imagino algún comentario como “Bem suave o seu abrigo”, o tras una sonrisa “Desculpe senhora, no la vi y no logro entenderlo con esos pendientes tan dorados que lleva, ¿me los dejará algún día para escuchar mejor?”. Y posiblemente le contestaría que por supuesto, “Tengo otros maravillosos en casa, puede venir cuando quiera, también piano y tres gatos, estará cómodo”, “¿Cómo se llaman?”, “Rota, Suoh y Laberinto”, “¿Sofá no tiene?”, “No, querido –ahora sí– si lo tuviese, me quedaría dormida en él hasta las tantas y después me duele el cuello, una ya tiene unos años y es preferible evitar ciertas memorias”, “¿Y no le duele con esos pendientes?”, “Sí”, y posiblemente nos mondaríamos. También nos despediríamos y nos iríamos, su hermana le espera. También soy la hermana mayor de seis, Luisa, y no sé si estará de acuerdo conmigo, pero las hermanas mayores solemos esperar.

Verán. Confío en la gracia tanto como en la vida, y las dos dependen de muchas circunstancias. Si se lleva, si no se tiene, si se nace con gracia o si la gracia cae del cielo en forma de avellana, atravesando los pliegues de aquellos que se atreven a cantar. Como ustedes. Supongo que también el gusto depende. Lo recuerdo ahora que acabo de escuchar el dueto de su último disco Rosa, Luisa. Internet y yo hemos congeniado, sin duda gracias a la ayuda de mi nieto Martin, y esto me permite acceder a todo. ¡A veces no quiero y nos enfadamos! Aunque enseguida volvemos a retomar nuestra relación, la convivencia, ya saben. He intentado tocarla un poco al piano, “Só um beijo”, y a pesar de que no suena como la suya –nunca sonará porque esa es suya– la he disfrutado como si fuese mía. La he recibido dándole la bienvenida, y así he escuchado sus líneas, las bajadas a pasos y el tres. Todo en las distancias cortas. Cómo me gusta el tres, y el cinco. Me viene al cuerpo mi marido, que conociéndolo habrá elegido alguna isla del trópico para quedarse. Además, para mí el portugués es una lengua, cómo les diría, una lengua a la que agarrarse, que suceda lo que suceda no deja que te caigas, es como si no te soltase. En fin. Que como esta tarde han llegado a mi casa sus cosas, he pensado que tal vez podía escribirles contándoles algunas de las mías, las gracias y desgracias, aunque si pudiese elegir, de veras que me gustaría pedirles un autógrafo para mis gatos. No sé qué ocurre pero cuando les escuchan empiezan a cantar. Sin duda les causará alegría.

Les deseo mucho amor y mucho humor, y también mucho sexo en el sofá. Otras ya no podemos.

Con voluntad y muy agradecida,

Sra. Lembiart

Fotografía: Makake García

Publicado en abril 2019

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