Cinco años más de sueños

Cinco años más de sueños

Yogures de coco graba Azul en El Invernadero

Yogures de Coco. Azul, Daniel Gastelurrutia, Lucas Fernández, César Berzosa, Guti Gutiérrez, (autoproducción), 2016. Próximo concierto: La fábrica de Chocolate, Vigo, 12 de marzo de 2016.

Durante la grabación de Azul, el nuevo EP de Yogures de Coco, en un estudio del barrio de Tetuán llamado El Invernadero nos acompasamos, a través de sus comentarios, a la forma de respirar del grupo pop rock madrileño, que tiene previsto el lanzamiento de su disco a mediados de abril.

Vestido oscuro y cámara en mano, la fotógrafa del día nos introduce en el local. Aquí todos tienen su papel. Los músicos: Dani al teclado y la voz, Lucas a la guitarra, Guti el bajista y César a la batería; pero también el ingeniero de sonido Brian Hunt y el productor, Carlos Díaz, familia y amigos que hacen las veces de apoyo moral.

El estudio es acogedor y está reformado con gusto. Tiene todo lo que puede necesitarse, ambiente cómodo e informal. Hay espacio de sobra, una mesa de madera inmensa en torno a la que poder hablar y tomar algo en los descansos, confortables sillones y plantas secas transformando el entorno. La exnovia del ingeniero de sonido decoró el local y ha hecho un gran trabajo, una combinación de casa de campo, fábrica y estudio que contrasta con el aire desolador del barrio, no hace tanto poblado de chabolas.

Los músicos se dividen para grabar. Abajo en el búnker, el bajista y el percusionista repiten una toma tras otra. Tienen los cascos puestos, para poder oírse como si estuvieran juntos. César, a la batería, ya nos advierte que necesitaremos tapones. “Tenía 13 años y pude asistir al ensayo del grupo de rock de mi primo mayor. Flipé con el sonido de todo pero el de la batería era insuperable. Lo llenaba todo y lo producía un instrumento acústico! ¿Cómo podía generar ese volumen sin amplificadores?”.

El grupo aúna procedencias de estilos que van desde el punk al reggae, y que han influido, según Dani, “en algo que solo los oyentes pueden descubrir. En el subconsciente de cada uno fluyen mil ideas que van saliendo y se van compartiendo. Hay tintes de cada uno de esos pasados en los temas de Yogures, de eso no hay duda”.

Encasillar a este grupo en un estilo es un contrasentido, aunque están dentro del amplio marco del pop rock. En esencia sus canciones podrían sonar como muchas otras, pero son los detalles las que las hacen únicas, mediante la inclusión de coros y las composiciones propias. Beben de muchos estilos, lo que les da libertad, aunque supone un reto que su sonido no sea demasiado indefinido, por lo que entre todos mantienen una escucha activa.

Entre sus influencias destacan el disco Abbey Road de los Beatles, como el favorito del cantante Dani; What When Down de los Foals: la principal influencia del guitarrista Lucas; el bajista Guti se decanta por Make Yourself de Incubus mientras que el baterista César nos revela su lado más punk con Belvedere y su disco Fast Forward Eats The Tape. En palabras de éste último: “Me empecé a interesar por esta onda indie/rock en 2008 cuando Guti y yo dejamos de tocar en la banda de punk TuMismo! Quería profundizar en un nuevo estilo que fuera menos agresivo, más mainstream”. Yogures de Coco han trabajado durante cinco años a partir de estos intereses comunes consolidándose como grupo en 2014, huyendo de la tendencia del pop rock actual de crear un producto de consumo comercial.

Las composiciones no surgen siempre de la misma manera. “Las letras las hago yo junto con mi chica, Estíbaliz, la quinta parte de Yogures de Coco. Sin su imaginación y eficacia Yogures no sería lo que es a día de hoy”, cuenta Dani, y Lucas añade: “últimamente están saliendo temas de ideas generadas en el local, por otra parte Dani y su chica escriben letras en perfecta armonía. A veces va primero la letra y luego la instrumentación, otras veces al revés. Tenemos diez mil ideas en los móviles de cada uno”.

Sobre el proceso de creación del disco cuentan: “En esta grabación estamos adoptando una metodología totalmente nueva para nosotros, que por otro lado es bastante habitual en los grupos más rodados o con mayor presupuesto. Por primera vez estamos incorporando la figura de un productor en el proceso, Carlos Díaz, de PullPush Studios. La visión crítica de una persona con su talento y experiencia está siendo totalmente diferencial para sacar lo mejor que tenemos”. Lucas matiza la función del productor artístico, que es involucrarse más en el disco: “aporta su granito de forma creativa y libre, pero el grupo tiene la última palabra”.

Son jóvenes ilusionados. Lucas y Guti coinciden en que su mayor pasión es la música, y el primero afirma: “cuando estoy tocando siento que estoy donde debo estar”. Dani no se queda atrás, dice que la música “es la mejor forma de desconectar de la vida tan loca que llevo a día de hoy. Sería un sueño poder juntar pasión y trabajo en uno pero por ahora no es posible.” César confiesa que surfeando encuentra otra forma de desconectar: “¡¡Solo dejaría la música si fuera el precio por vivir en el norte de España en una ciudad costera con acceso rápido a las olas!!”.

Prueba de su dedicación es que la noche anterior a la grabación hicieron un viaje exprés a Benavente para tocar. Lucas nos da una idea de porqué: “un músico es capaz de pegarse la mayor paliza del mundo para dar un concierto ante diez personas a miles de kilómetros de su casa. Si esto no te apasiona, no lo haces”.

De vuelta en El Invernadero, sentados en torno a la mesa de la cocina, cuentan sus impresiones. “Los de la sala eran gente maja, sincera, quieren que volvamos a Benavente y van a mover el grupo por Zamora”. También describen el local como el “típico garito de techos altos y equipo bueno”, con técnicos profesionales que enseguida lograron una buena ecualización. Al terminar el concierto, del que dicen tener buena sensación, regalan discos entre el público, y cuenta César riendo que: “Dani estaba tan generoso que se olvidó el abrigo y la cartera, se dio cuenta en Madrid”.

Buscan la perfección, pero eso requiere paciencia. Atareados con el tema “Vueltas”, Carlos, Brian y Lucas debaten si meter el delay a tiempo o no. Es un efecto que hace que la onda emitida vuelva y permite variar la intensidad o la velocidad de sus repeticiones. Al final deciden que no y sueltan la primera broma en un rato, mejorando los ánimos.

En una de las salas, Dani toca el teclado. Pone cara de piñón mientras repite la toma por enésima vez y la fotógrafa lo retrata muerta de risa. Cuando le pregunto sobre el disco me dice: “Azul ha sido un acercamiento a muchas cosas. Por primera vez hemos contado con un productor, Carlos Díaz, y nos está ayudando mucho Brian Hunt a sacar ciertos sonidos, la verdad es que tenemos muchas ganas de escuchar el resultado”.

Hoy Dani no canta, ahora prueba a buscar un acorde. No sabe que en la sala de al lado, Lucas vuelve a repetir un solo. Es sólo un ejemplo de lo complejo del planteamiento del EP, que según explica el productor, es un híbrido entre tocar en grupo y por pistas. Cada músico se sitúa en una habitación, y se va grabando por fases, primero el bajo y la batería y después los solos de guitarra y el teclado, dejando la voz y guitarra para el final. De esta forma no es tan frío como hacerlo por separado, con el reto colectivo que supone mantener la concentración.

La grabación se alarga todo el día. Se marcan como objetivo las cuatro canciones: “Viajero”, “Vueltas”, “Carnaval”, y “Valparaíso”, pero sólo acaban dos. Y es que este equipo es muy perfeccionista. Como dice Guti: “Somos unos enfermos a la hora de analizar nuestra música, estamos constantemente dándole vueltas a las canciones, buscando que cada tema sea perfecto. Hay que estar orgulloso de lo que entregas al público”.

Ser músico y sobrellevar las tareas cotidianas no es fácil. Dani explica que “parar en el sofá es algo poco común en mi día a día, pero siempre digo que forma parte de uno mismo el ir o no como una moto. Hay que tener un carácter especial para poder compaginar una vida profesional, personal y musical en días de 24 horas, y la música hace que merezca la pena”.

El futuro de este grupo está lleno de fuerza y de proyectos: “Por ahora presentaremos el Azul a mediados de abril. A partir de ahí tocar y tocar. A finales de año tenemos intención de meternos de nuevo en el estudio y grabar nuestro primer LP aunque por ahora son solo ideas”. Les seguiremos la pista, porque prometen “seguir dando conciertos en Madrid, Vigo, Cáceres, Málaga… ¡y disfrutar de esta locura que es la música!”.

Camila Fernández Gutiérrez

Fotografía: Vicky Diego.

Publicado en febrero 2016

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