Venimos a darle duro al mambo. Mambo, temporada 1, David Sainz (dir.)

Crítica
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Venimos a darle duro al mambo

O cómo al fin tenemos una serie musical de la que sentirnos satisfechos

Mambo, temporada 1, David Sainz (dir.), Diffferent Entertainment y RTVE, 2017. http://www.rtve.es/playz/mambo/.

¿Os acordáis del maravilloso capítulo musical de la ya mítica serie Malviviendo? Sí, “Traumusical”, el sexto de la tercera temporada, en el que ellos mismos reconocían que un episodio musical es “una marrona total”. Pues si aún lo tenéis grabado en la retina es bastante probable que os vaya a entusiasmar Mambo, la última creación de David Sainz, que ha volcado todas sus inquietudes en esta webserie producida por RTVE dentro de su recién creada plataforma Playz.

Hace ya más de tres años del final de Malviviendo, una serie que cambió el panorama creativo audiovisual nacional al introducir a YouTube dentro de la ecuación. Esta fascinó a toda una generación de jóvenes que encontraron en ella lo que la televisión nacional era incapaz de aportarles, despertando un auténtico fenómeno fan que pide cansinamente una cuarta temporada que jamás se producirá.

Mucho ha llovido desde entonces, y su creador, David Sainz, arropado casi siempre por Diffferent Entertainment, se ha embarcado en un sinfín de nuevos proyectos, entre los que destacan la serie Entertainment, los canales de YouTube Sainzdeces o SiFuera e incluso la escritura de un capítulo de El Ministerio del Tiempo. Sobre todo en Sainzdeces la música siempre ha tenido un lugar destacado, realizando desde canciones de letra irreverente a la guitarra a videoclips de reggaeton. Por ello, volver a unir su interés (y el de casi todo el equipo de Diffferent) por las series y la música resultaba un paso lógico dentro de su carrera creativa. Y así lo sentí en el momento en el que sin previo aviso me apareció el primer capítulo de la serie entre mis recomendaciones de YouTube. Del mismo modo, que la serie fuera coprotagonizada por Aarón Gómez, con el que Sainz lleva colaborando unos años, también me pareció lógico y acertado, dada la química que existe entre los dos ¿cómicos? canarios.

Mambo, en líneas generales, parte de una premisa harto sencilla: los intentos de una antigua estrella musical infantil de los años 90, Julito Mambo (David Sainz), y su primo, Gustavo (Aarón Gómez), por triunfar en el mundo de la música. Aunque la presencia de Sainz como protagonista, su ya característico humor o los personajes caricaturescos puedan hacernos pensar de primeras en el capítulo musical de Malviviendo, conviene matizar que esta serie parte desde un planteamiento bastante diferente. Si “Traumusical” se podría comparar con el que posiblemente sea el mejor capítulo de Buffy, “Once More, with Feeling”, Mambo se sitúa más bien en la órbita de Flight of the Conchords, serie con la que sería muy sencillo establecer claros paralelismos: desde el hecho de que la historia principal narre el intento de un dúo (de marcado acento local) por conseguir la fama, hasta que las canciones se presenten como si fueran videoclips independientes, pasando por la notable variedad estilística de los números musicales. Aunque podamos establecer paralelismos formales en el planteamiento de las dos series, su contenido es radicalmente distinto, algo que también sucede al comparar otra de las series de David Sainz, Entertainment, con su “análoga” anglosajona, The Office.

Porque Mambo no sólo habla sobre querer hacerse famoso, sino también sobre el peso de haberlo sido en el pasado, al igual que hacen otras grandes comedias como Bojack Horseman o ¿Qué fue de Jorge Sanz? Y que los protagonistas de estas series fuesen famosos en los años 90 no es casualidad. En un mundo obsesionado con los 80 (piénsese en Stranger Things, “San Junipero” o los infinitos reboots) los 90 aún no se ven como algo reivindicable, sino más bien como algo que tenemos relativamente cerca pero que quisiéramos tener más lejos. Esta es una idea en la que Mambo ahonda en cierta medida, ridiculizando la superficialidad de la década de un modo parecido a Bojack Horseman. Pero el rechazo al pasado del protagonista no sólo es un recurso cómico similar al de otras series, sino que actúa como reflexión sobre el encasillamiento del que lleva huyendo Sainz desde que acabó Malviviendo.

Centrándonos en el propio contenido musical de la serie, resulta bastante significativo que el primero de los números que nos encontramos sea “Fases (de una ruptura)”, un carrusel de estilos que sirve como declaración de intenciones, diciéndonos que en esta serie va a caber de todo. Y así es, tenemos desde reggaeton hasta canciones indies, pasando por trap o parodias de las boy bands. Bueno, no voy a mentiros, seis capítulos de media hora no dan para reflejar todos los estilos habidos y por haber, aunque sí permiten jugar con los tópicos habituales de las músicas de hoy en día y de los noventa. Y el caso más claro de esto último es ese hitazo absoluto en que se ha convertido “Soy el más viejo de la fiesta”, una hilarante reflexión sobre salir por ahí con cierta edad que viene acompañada por una base que grita “¡noventas!” hasta decir basta.

Lo mejor de Mambo es que todos estos números están muy bien cuidados, desde la producción hasta la letra pasando por la impecable ejecución vocal (la voz de Aarón se parece tanto a la de Ismael Serrano que he llegado a plantearme si no le estaba doblando el propio cantautor en secreto), y eso los aleja del toque DIY de Flight of the Conchords, a los que sólo se acercan en temas como “Paranormal”. Por si esto fuera poco, todos los vídeos están disponibles en YouTube de manera independiente, así que si no os interesa ver la serie ya no tenéis excusa para no escuchar sus canciones.

Algunos pueden criticar a Mambo porque su argumento cae en muchos lugares comunes (el familiar aprovechado, el manager incompetente, las Yoko Onos de la vida), pero ahí es donde reside su gran fortaleza, en repasar uno a uno todos esos viejos estereotipos y darles una vuelta de tuerca para verlos desde un punto de vista diferente. El ejemplo más evidente es la canción en la que destripan a las boy bands, enumerando uno a uno sus clichés más clásicos, desde la presencia del rapal uso de términos en inglés o el toque racial que da meter a un gitano que cante flamenco. Y es por giros como esos por los que todos estos elementos no parecen refritos de refritos, sino algo muy original y, sobre todo, divertido (que es de lo que se trata).

En definitiva, aunque el arco argumental de Mambo pueda resultar previsible, todo lo demás es altamente imprevisible y tiene el sello inconfundible de David Sainz; una persona que desde hace ocho años ha mostrado un talento notable para empaparse y apropiarse de una infinidad de elementos de la cultura contemporánea. Así, desde los cameos –entre los que se incluyen youtubers, exconcursantes de OT o actores consagrados (no digo nombres y así os dejo con la intriga)– hasta lo retorcido de ciertas situaciones, todo contribuye a dejar a la audiencia con una sonrisa de oreja a oreja (y una melodía en la cabeza).

Queda por saber si David Sainz, aunque capaz de reinventarse y escapar de la sombra de Malviviendo con series como ésta, conseguirá algún día romper con la maldición de YouTube y dar un salto hacia la televisión o la gran pantalla mucho más exitoso que el que dio en el pasado en Canal Sur. Para ello, habrá que estar atentos al futuro de esta colaboración con RTVE y a los posibles frutos que dé de aquí en adelante; esperando que conserven la frescura de esta primera temporada de Mambo.

Ugo Fellone

Publicado en nº 32 de 2017

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