Nuevas perspectivas en la historia de la estética musical: El pensamiento de Pitágoras y los pitagóricos

Ensayo
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Nuevas perspectivas en la historia de la estética musical: el pensamiento de Pitágoras y los pitagóricos*

Una historia de la estética heterodoxa y “políticamente” correcta

La idea pitagórica de la proporción y la medida

Wladyslaw Tatarkiewicz afirma que los pitagóricos, además de formar una comunidad de carácter moral y religioso, realizaban, también y en gran medida, investigaciones científicas, sobre todo relacionadas con las matemáticas. Su fundador fue Pitágoras, que vivió en el siglo VI (aunque se cree que los logros científicos no fueron obra del propio Pitágoras sino de sus continuadores y seguidores durante los posteriores siglos V y IV).

La idea filosófica principal de esta escuela es la de que el mundo está construido matemáticamente, tesis principal, a partir de ahora, en la estética antigua. La regularidad matemática más evidente se demostró en la acústica a través del monocordio y la certeza de que los sonidos armoniosos y perfectos (consonantes en la nomenclatura musical actual) se correspondían a proporciones numéricas simples (1:2 la octava, 2:3 la quinta y 3:4 la cuarta).

Los pitagóricos no consideraban la estética una disciplina independiente ya que, para ellos, la armonía era una propiedad del cosmos y meditaban sobre ella dentro del marco de la cosmología; no empleaban el término posterior de “belleza” sin el de “armonía” que ellos mismos acuñaron. Filolao (un autor considerado pitagórico o continuador de Pitágoras) escribió: La armonía es una unión de dos cosas formadas por varias sustancias mezcladas… un consenso de lo que disiente”. Etimológicaente, armonía significaba concordia, unificación, uniformidad, etc., de sus componentes y estas cualidades la convertían en sinónimo de lo bello y lo positivo. La armonía de los sonidos era considerada por los pitagóricos como el testimonio de una armonía profunda, como una expresión del orden interno en la estructura de las cosas.

Sintéticamente, y de la mano de Tatarkiewicz, podríamos enumerar los principios básicos de la estética pitagórica:

  1. La armonía, el orden y la buena proporción (en griego symmetria) eran considerados no sólo conceptos valiosos, bellos y útiles, sino que también estaban condicionados objetivamente, constituyendo una propiedad objetiva de las cosas; lo cual, por otra parte, era una convicción natural en la primera fase de su pensamiento.

  2. Creencia en que la cualidad de las cosas que decide acerca de su armonía es su regularidad, su uniformidad, su orden…

  3. La armonía no era para ellos una cualidad propia de algo particular sino de la adecuada distribución de varios elementos, y

  4. La armonía es un sistema cuantitativo, un sistema matemático que depende del número, de la medida y de la proporción. Esta tesis constituía la doctrina puramente pitagórica derivada de su filosofía matemática, que se basaba en sus descubrimientos acústicos, y fue el principal apoyo y fundamento de su concepción cosmológica; creó los cimientos de la futura estética griega y se convirtió en su elemento básico. Influyó no sólo sobre el desarrollo de la estética, sino también sobre la posterior evolución del arte griego y su música en particular e, indirectamente, sobre sus artes plásticas.

La armonía del cosmos

Los pitagóricos, continuando con Tatarkiewicz, le dieron el nombre de cosmos (orden en griego) al universo convencidos de su esencia armónica. Partiendo de la idea de que cada movimiento regular emitía un sonido armonioso creían en una consonancia general de todo el universo que produciría, continuamente, la llamada “música de las esferas”, sinfonía que no percibimos precisamente por su carácter permanente y por su confusión con el silencio. En el mismo sentido su concepción de la psicología también se basaba en la armonía, imaginando el alma de manera análoga a la del cuerpo y sosteniendo la perfección de las almas construidas armoniosamente, es decir, las que poseyeran proporciones adecuadas de sus partes.

El ethos de la música

Según Tatarkiewicz los pitagóricos se inscribieron en la historia de la estética con otra teoría también relacionada con la música, aunque de distinto carácter. Como la música se fundamentaba en la proporción también influiría en el alma (basada, igualmente, en la proporción). Para los pitagóricos, la música era un equivalente del arte expresivo de los griegos, de aquella triúnica choreia que se realizaba mediante la palabra, el gesto y la música, y era esta última la que más afectaba al hombre. Tradicionalmente se creía que la choreia sólo afectaba a los sentimientos del danzante y cantos embriagadores (culto dionisiaco) pero los pitagóricos observaron que la danza y el canto también influían en el oyente y espectador. Lo explicaban a través de la analogía entre sonidos y sentimientos: los sonidos encontraban su resonancia en el alma y así el alma en armonía con ellos. Establecían un paralelismo entre este ethos y la resonancia por simpatía que se podía producir entre dos liras al tocar sólo una de ellas.

La música tenía un poder psicagógico (guía de almas), es decir, podía conducir al alma a un buen o mal ethos y de ahí la obsesión, por ejemplo en la estética platónica, por la distinción entre la buena y mala música y la protección, incluso jurídica, de la primera (que luego se continuará con otro tipo de restricciones como las de la Iglesia en la Edad Media).

El elemento órfico: la purificación mediante el arte

La tesis de los pitagóricos sobre el poder de la música tenía su origen no sólo en el arte de los griegos sino también en su religión, sobre todo sus creencias órficas. Su principio fundamental sería la convicción de que el alma está encerrada y presa en el cuerpo por sus pecados y que será libre sólo cuando se purifique. La purificación y liberación del alma es el objetivo más sublime del hombre. Al servicio de este objetivo estaban los misterios órficos, que se valían entre otras cosas de la música y la danza.

Pero fueron los pitagóricos los que subrayaron esta función de la música por los aspectos ya comentados en el punto anterior. La música ya no sólo contiene un poder psicagógico sino también purificador y catártico. Según Aristoxeno: “Los pitagóricos purificaban el cuerpo por medio de la medicina y el alma por medio de la música”. Al observar la embriaguez producida por la música báquica extrajeron la conclusión de que el alma, bajo su influencia, se libera y, por tanto, abandona momentáneamente el cuerpo.

La música, un arte distinto a los demás

Los poderes expresivo y psicagógico no eran atribuidos, por los pitagóricos, a todas las artes sino exclusivamente a la música. Creían que sobre el alma se puede influir a través del oído y no a través del resto de sentidos. Por esta razón, los pitagóricos consideraban a la música como un arte excepcional y don especial de los dioses; sostenían que la música no provenía del hombre sino “de la naturaleza” especialmente los parámetros concernientes al ritmo. Afirmaban que los ritmos son “imágenes” de la psique, “signos” o manifestaciones del carácter.

Enumeremos alguno de sus principios básicos:

  1. La música es una manifestación del alma, de su carácter, de su índole, del ethos.

  2. Es una manifestación “natural” y única en su género.

  3. La música es buena o mal, independientemente del carácter que exprese.

  4. Gracias a los vínculos entre el alma y la música le es posible a esta última alcanzar y afectar el alma, tanto para mejorarla como para corromperla.

  5. El objetivo de la música no consiste, ni mucho menos, en proporcionar placer sino en formar el carácter. Afirmaba Ateneo: “el objetivo de la música no consiste en proporcionar placer sino en servir a la virtud”.

  6. Mediante la buena música se consigue la “purificación” del alma y su liberalización de los lazos corporales.

  7. Por eso, la música es algo excepcional, único, distinto de las otras artes.

Epílogo

Pitágoras y la estética pitagórica supone el punto de partida de una visión del pensamiento musical que concibe a la música como parte de las matemáticas, la estudia desde una óptica muy racional y abstracto. La dota –por tanto– de un gran prestigio para el futuro y también anticipa y preludia todo el tema del ethos y de la purificación o catarsis que relaciona cada tipo de música con un carácter (susceptible, por tanto, de ser “temida” y de ser objeto de legislación, prohibición, restricciones como ocurrirá con Platón o con la Iglesia en el Medievo –la música puede mejorar o corromper el alma y hay que controlarla–) y con su orientación directa y exclusiva hacia el alma del ser humano. Se inaugura una estética de la música que combina lo racional/matemático con su poder de influencia en el estado de ánimo, carácter humano y con tintes “quasi” mágicos y supersticiosos. La música está, jerárquicamente, muy por encima del resto de las artes y este estatus privilegiado se mantendrá durante muchos siglos llegando hasta la Edad Media, donde será una de las disciplinas fundamentales de las primeras universidades.

Manuel Francisco Martín Martín

* Este artículo es el punto de partida de un conjunto de trabajos ensayísticos orientados hacia una nueva concepción y estudio de la evolución de la estética y el pensamiento musical (en este caso, del periodo anterior al periodo clásico en la antigua Grecia).

Publicado en marzo 2013

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