Los vissungos

Ensayo
Ensayo
Ensayo

Los vissungos

Aquella voz que es escuchada nunca muere

¿Y si fuera posible que sí existiera una historia oral de los esclavos?

Históricamente sabemos que es imposible. Pero ¿podrían los cantos de esclavos convertirse en una posibilidad para hacer historia oral?

Debo confesar que mi imaginación respecto al tema esclavista se ha visto nutrida en gran cantidad por las recreaciones de escenarios históricos que han realizado las teleseries brasileñas de época; un gusto heredado de mi abuela, que siempre las veía después del almuerzo. Mis preferidas siempre fueron aquellas que mostraban escenas de la vida cotidiana del esclavo, su vida en la barraca, en el trabajo del cafetal, celebrando algún tipo de fiesta como la congada –donde aparecen danzando capoeira y entonando cantos– o cuando aparece en escena el esclavo cimarrón que se escapa de la hacienda para llegar a un quilombo, en fin. Considerando que Brasil fue la colonia que ostentó la mayor cantidad de esclavos en toda América, se desprende que debe poseer una enorme riqueza y que se manifiesta en la cultura de los afrodescendientes. En el caso de los afrobrasileños precisamente la música, que es una expresión humana, se convertirá en una forma de rescatar su memoria y también, por qué no, de mantenerla viva a través de los cantos y cánticos ancestrales heredados de los esclavos, transmitidos a través de las generaciones por medio de la tradición oral.

En la región de Minas Gerais, al sudeste de Brasil, se dio una tradición oral particular que fue recogida y recopilada por el investigador Aires da Mata Machado Filho, allá por 1930, en el poblado de São João da Chapada, en la ciudad de Diamantina, cuyo nombre alude claramente a su pasado minero. El filólogo compendió 65 partituras que categorizó como “cantigas de trabalho e de rituais fúnebres”, conocidas entre los afrodescendientes como vissungos.1 El trabajo de Aires dio origen a un libro que se editó en 1943, titulado O Negro e o Garimpo en Minas Gerais.

En 1982 se edita un disco titulado O canto dos Escravos donde los cantantes Clementina de Jesus, Tia Doca y Geraldo Filme interpretan 14 de los 65 cantos recogidos por Aires. No tienen título, solo están numerados y son interpretados en lengua portuguesa con mezcla de dialecto africano benguela. Una atenta escucha deja sentir una mixtura de lenguaje propia del proceso de transculturación.

El vissungo posee una estructura que se divide en dos, un solo llamado boiado y una respuesta en coro llamada dobrado, a veces acompañados por algunos instrumentos como los tambores (incluso instrumentos de trabajo). Recordemos que la jornada de laburo del negro era larga y dura, a veces sin descanso, por lo que cantar en ese contexto se transformaba en una forma de sentir alivio y desahogo. Cantar en grupo era sentirse acompañado, unir fuerzas, darse ánimo para así soportar la tarea de manera más liviana; por esa razón Aires destaca que el negro tenía “la necesidad universal de trabajar cantando”. Al escucharlos uno puede percatarse de que los cantos son muy diversos, razón por la cual fueron categorizados en once tipos de vissungos2 y en O canto… podemos reconocer algunos de ellos. Resulta muy significativo que el “Canto I” sea el que dé inicio a las interpretaciones porque es de los que pide licencia para cantar:

Ia uê erêrê aiô gombê Com licença do Curiandamba, Com licença do Curiacuca, Com licença do Sinhô Moço, Com licença do Dono de Terra

Este vissungo implica un hecho bastante simbólico, sea intencionado o no, porque pareciera que con este primer canto se pide permiso para interpretar todos los demás; por otro lado, es el único que cantan de manera conjunta los músicos.

Otro tipo de los cantos es el Padre Nosso, que encontramos en el “Canto XI”, en la voz de Geraldo: “Padre Nosso cum Ave- María…” donde el negro al comenzar el día le pide a Dios que bendiga su trabajo y su comida. Existen también los vissungos para el trabajo de extracción de agua, como lo demuestra Tia Doca en el “Canto X”: “ei, ei, que foi a fonte, sinhora me disse, que foi a fonte…”.

Así como se mezcla el tema del trabajo con las peticiones a Dios, San Pedro y la Virgen, por lo que se les canta al iniciar la jornada, en la mañana cuando apenas canta el gallo, (para tener ánimo y una buena jornada); existen también aquellos que mezclan el rechazo a la faena con la hechicería, la cual sería el impedimento para el laburo, tal como en el Canto XIV, que en vissungo sería un Negro Enfeitiçado. Según Aires, el trabajador se queja de estar con hechizo y de que por eso no puede realizar su labor. El Canto II, en la voz de Clementina, también aparece dentro de la categoría anterior, aunque el tema no tiene nada que ver con magia. Comienza el canto con “muriquinho piquinino….”, quien sería un niño que se escapa al Quilombo de Dumbá, mientras que los que se quedan lloran porque no pueden ir con él: puede que este niño sea un cimarrón, pero no lo sabemos, el canto no nos da esa información. Lo que sí sabemos es que los cimarrones huían a pie, y algunos, si tenían suerte, lo hacían a caballo, es por eso que también existen cantos que aluden a este animal, como el Canto VI, donde el negro manifiesta las cualidades de su caballo.

Uno de los cantos más tristes de toda la interpretación es el Canto IX, que forma parte de la categoría anterior y que también alude al trabajo:

Ei ê lambá,

quero me cabá no sumidô

quero me cabá no sumidô,

lamba de 20 dia

ei lambá,

quero me cabá no sumidô

Aires explica que el negro se queja del trabajo duro, que sería el lambá, y por esa razón pide la muerte. En este canto no hay otro sonido más que la voz de Geraldo Filme. Trato de imaginar la escena de este hombre agotado y que por eso canta para pedir la muerte, la voz y la interpretación de Geraldo aprietan el corazón y la garganta. Ese canto realmente parece la voz del dolor, la voz del lamento. Ciertamente, nos hemos dando cuenta al escuchar las palabras y la fuerza de las voces, que claramente tienen una intencionalidad, lo que se dice no es casual y tiene un significado que va más allá de lo literal, voces que cuentan historias que se mueven entre lo real y lo imaginario, entre la memoria y las representaciones. La primera edición del O canto… debe haber significado un revivir y un revalorar de los cantos ancestrales tanto para los afrobrasileños como para los brasileños en general, sobre todo pensando que cantores de vissungos deben quedar muy pocos, considerando que Machado Filho, allá por la década del 30 del siglo pasado tuvo que “recopilar”. Esto nos lleva a pensar en el estado actual de los cantores y en las posibilidades de historia oral, ¿cuántos cantores de vissungos quedarán? Deben ser todos unos viejitos.

Buscando información sobre los vissungos hoy en día, encontré un tesoro maravilloso, un documental del año 2010, titulado Terra Deu, terra come.3 Allí se muestra a Seu Pedro, un garimpeiro (minero) de 81 años, uno de los últimos cantores de vissungos de Quartel do Indaiá, en Diamantina, donde oficia de maestro de ceremonia durante el velorio de João, un hombre que murió a los 120 años. El documental se grabó allá por el 2005, ya hace 7 años. ¿Qué será de Seu Pedro?, ¿estará vivo todavía? ¿se habrá ido ya una de las últimas voces guardadoras de la herencia ancestral? Ahí mismo en el documental, Seu Pedro, que dialoga con el director entre medio, cuenta que los jóvenes no tienen mucho interés en aprender la tradición, la cual descansa prácticamente en las voces de los abuelos. En este sentido resulta de sumo valor la realización y existencia de este documental, que sumado al libro de Machado Filho y el O canto… de Clementina, Tia Doca y Geraldo, se convierten en un tesoro invaluable.

Hablar de los vissungos en este momento va más allá de las posibilidades de hacer historia oral, que es la que nos trajo a colación el tema. Sino que plantear un espacio de reflexión acerca de la propia vida, las experiencias del diario vivir y cómo estas nos llevan a encontrarnos con patrimonio vivo, directa o indirectamente, y que uno siente que tiene un deber, contribuir para que no pierda o que no se olvide. Por esta razón los vissungos interpretados por Clementina, Tia Doca, Geraldo, Seu Pedro se convierten así en una palabra que espera siempre ser recibida y escuchada para que no se pierda o fenezca la tradición, aún cuando el último cantor muera, siempre que haya quienes quieran oír, el vissungo y sus historias estarán vivas… Pues las historias solo existen si hay personas que las escuchan.

María Fernanda Cáceres Ayala

1 La información sobre los vissungos, la obra de Aires da Mata Machado Filho y los cantos recopilados por este fueron extraída de la tesis de maestría: DE FREITAS SAMPAIO, Neide Aparecida. Por uma poética da voz africana: transculturações em romances e contos africanos e em cantos afro-brasileiros, Belo Horizonte, Faculdade de Letras da Universidad Federal de Minas Gerais, 2008.

2 Se categorizaron en: Padre Nossos, Cantos da Manhã, Canto do Meio-dia, Cantigas de Multa, Cantigas de Caminho, Cantigas de Rede e de Caminho, Gabando Qualidades, Diversas, Negro Enfeitiçado, Cantiga de Rede, Pedindo licena para cantar.

3 El film Terra Deu, Terra Come de Rodrigo Siqueira está disponible completo en youtube.

Fotografía procedente de http://ci.i.uol.com.br/album/terra_deu_terra_come_2010_f_006.jpg

Publicado en octubre 2012

Para leer más artículos de este autor:

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies