Festival Sónar Barcelona y Sónar+D: los herederos de los compositores de posguerra (II)

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Festival Sónar Barcelona y Sónar+D: los herederos de los compositores de posguerra (II)

Must it: I+D Music (sí, el I+D en música está de moda)

En el número anterior de Síneris comenzamos a desempolvar los orígenes de lo que hoy llamamos música electrónica. Pocas veces se ha hablado desde una perspectiva musicológica de este género, cuando en realidad nos compete profesionalmente tanto como a otros gremios. Si nos hemos preocupado por conocer la evolución histórica desde el inicio de la importancia del silencio como sonido no intencional con John Cage, el desarrollo de l’écoute réduite con Pierre Schaeffer hasta el IRCAM, ¿por qué no nos interrogamos con más frecuencia sobre lo que ha pasado desde las primeras computadoras hasta el día de hoy?

Esta duda fue lo que me impulsó a estar presente en la última edición del Festival Sónar Barcelona 2015, celebrado del 18 al 20 de junio. Contacto con prensa, formulario de acreditación, briefing comunicativo, documentación previa… Llevó su tiempo, pero mereció la pena. Y he de reconocer que el departamento de prensa Sónar fue de lo más agradable y competente que he podido ver hasta ahora en un evento cultural de semejante magnitud. Hay que hacerse a la idea de que hablamos de 3 días, 2 recintos feriales, 8 escenarios, 85 conciertos de día, 57 conciertos de noche y más de 31 ponencias sobre música, arte y tecnología, simultáneamente a un Music Hack Day, y la exhibición de diferentes proyectos de empresas, universidades, corporaciones, etc.

Vamos, en una palabra, ¡tremendo! En un consejo, ¡tenéis que ir!

Pero, vayamos por partes, poco a poco, para disfrutarlo juntos.

El Festival Sónar Barcelona se compone de dos ámbitos para las actuaciones musicales, Sónar de Día y Sónar de Noche. Como es lógico, el primero se desarrolla durante el día en la Feria de Montjuic y, el segundo, en la Feria de Gran Vía. Paralelamente a Sónar de Día y en el mismo recinto, tiene lugar Sónar+D, un congreso internacional que relaciona creatividad y tecnología con industrias culturales; algo así como el departamento de I+D del Festival, donde predomina un enfoque interdisciplinar y multinacional.

Evidentemente, antes de ir a Barcelona y previendo un panorama caótico con tanta gente de por medio, me hice un pequeño planning (no tan pequeño…) para ir moviéndome con rapidez a todo aquello que me pareció más relevante desde una perspectiva musicológica. Es cierto que no vi ninguna de las dos actuaciones más esperadas, o sea ni la de Duran Duran ni la de Chemical Brothers, pero qué queréis que os diga, aquello estaba abarrotado de fans y periodistas, y tampoco me dio mucha pena porque, gracias a la elección de asistir a actos no tan “importantes”, conocí a gente maravillosa con ideas y proyectos interesantísimos.

 

Día 1 – Jueves 18 de junio

Al punto de la mañana ya estaba tomándome la foto para el pase de prensa al mismo tiempo que un antiguo profesor (ni musicólogo ni periodista) lo hacía. A ver, cómo expresarlo rápidamente: ¡me sentí genial! Me imaginé a mí misma como un primer granito de arena que poco a poco iría formando una duna compuesta por una buena cartera de musicólogos reivindicando su lógica competencia en el sector.

Así pues, una vez autorizada y con toda la información necesaria, me dirigí a la entrada donde todos los días vería a los mismos cuerpos de seguridad que siempre tan amables me preguntaban qué tal estaba, si había sido productivo el día o si había visto algo que fuera extremamente interesante.

Una vez dentro, caminabas por un estrecho pasillo que te conducía a un espacio dividido en tres por arquitecturas efímeras de tablones de madera; sobrepasados, se abría ante ti una rampa ascendente enorme de varios pisos que te hacía darte cuenta de golpe de lo grande que era aquello –aunque no terminabas de ser consciente hasta que no salías al exterior, cruzabas los puestos de comida y merchandising, otro escenario, y entrabas en dos ámbitos más totalmente diferentes–.

Con la congoja del novato, mi primera toma de contacto fue con Sara Gozalo en el Music Hack Day; ingeniera técnica de Telecomunicaciones y Máster por la Queen Mary University of London, Sara trabaja para la BBC Music y estaba presente en Sónar 2015 para llevar a cabo un hack musical del cual tenéis más información gracias a la entrevista que me concedió y que podéis leer próximos números de Síneris.

Animada por la generosidad de Sara, marché a la inauguración de Sónar+D con Yancey Strickler, CEO de Kickstarter. Para que entendáis mejor que es Sónar+D, esta conferencia se titulaba Inspiring Creative Freedom, es decir, el lema de este evento es que la creatividad nos hace libres, y qué mejor manera para ser creativo que aunar música y tecnología en unas cifras que se concretan en Sónar+D con 2000 empresas participantes (59 nacionalidades), 50 start-ups candidatas a participar en Start-up Competition, 500 encuentros de networking, 100 hakers y 45 compañías en el Music Hack Day.

En la zona habían montado diferentes stands por los que podías ir paseando, preguntando y, sobre todo y más importante, probando tú mismo nuevos instrumentos o nuevas tecnologías. Mi primera parada fue en el proyecto de Glassworks Barcelona, estudio especializado en post producción audiovisual cuya apuesta para Sónar 2015, conjuntamente con la productora audiovisual CANADA, fue The Ghost in The Machine, verdadero experimento visual interactivo a través de dos robots y un escáner 3D que modificaban una imagen de tu rostro según tus propias indicaciones. Fue un simpático Martí Domínguez quien me explicó su funcionamiento y, también, cómo plantearon en Sónar 2014 un proyecto mucho más vinculado a la música: PAN Me (Code Name). Trataba de la colaboración de cuatro usuarios quienes, por medio de una tablet, realizaban una serie de movimientos que eran registrados como sonidos, componiendo de forma libre y azarosa.

Es decir, de nuevo, de la mano de la tecnología, el indeterminismo se crea a partir de cuatro desconocidos que se juntan para componer a partir de su interacción con un programa prediseñado para ejecutar ciertas órdenes en sonidos, o lo que es lo mismo, resultando en una forma abierta pero no necesariamente privada de intencionalidad. Es abierta porque la secuela final responde a las acciones hechas por los usuarios, que, sin embargo, están restringidas por unos parámetros –intencionados– que les son impuestos por la aplicación y sus diseñadores. Aunque, visto desde la perspectiva del creador de ese programa predeterminado, sería más bien lo contrario, una música aleatoria carente de intencionalidad expresiva pero no necesariamente abierta. En definitiva, parece que la tecnología ha conseguido romper la barrera entre lo aleatorio y lo indeterminado. Entonces, ¿qué ha pasado con el experimentalismo?

Creo que esto nos lo puede responder Sonic Motion, proyecto nacido de la colaboración entre estudiantes del Royal College of Arts de Londres. En este caso, Kyungmin Han fue quien me explicó que, a raíz del descubrimiento del bambú como material conductor, habían construido una estructura por la que podías pasear o, incluso, escalar, a modo de antena; ésta detectaba el movimiento del cuerpo y, gracias a una serie de aplicaciones, se transformaba en sonido, generando un feedback sónico. Verdaderamente, era un objeto canoro poco usual, casi científico, que se iniciaba con un proceso de movimiento, pero del que no se conocía el resultado. A sus creadores no les importaba ni el control ni la intención. Ellos ni siquiera eran compositores porque lo trascendental era el proceso; sin embargo la clave ahora estaba en que cualquiera puede llegar a realizar esa acción sin necesidad de ser el propio creador. La asociación creador-compositor se ha diluido al igual que sucediera hace tiempo entre compositor-intérprete.

No me voy a detener en los 45 proyectos distribuidos en 21 stands que sumaban en total –creo que el volumen del lugar y de lo presente queda ya claro– por tanto, pasemos a lo que sucedió por la tarde.

Pues aconteció lo que tenía que pasar ya que el espectáculo más esperado de Koreless y Emmanuel Biard fue exitoso no, ¡lo siguiente! Y como después de todas las líneas que llevo escritas, no puedo extenderme mucho más, podréis saber por qué The Well quitaba la respiración en la crítica correspondiente en este número de la revista.

Por último, quisiera terminar esta primera crónica con Amy Robinson quien, además de tener una presencia dulce e imponente con sólo 29 años, es directora ejecutiva de EyeWire, videojuego que tiene como objetivo mapear el cerebro a través de la resolución de puzzles 3D por usuarios de todo el mundo, teniendo como resultado cartografías de los circuitos neuronales. Esta experiencia le llevó en 2010 a crear TEDx Music Project, un mapa musical basado en las canciones que han sido interpretadas en directo durante eventos TEDx pero catalogadas como una sinapsis neuronal según género, emoción, instrumentación,… Personalmente, me parece una idea emocionante que no podéis perderos, al nivel de los vídeos referidos.

Si queréis saber más, en el próximo número contaré las anécdotas de los dos últimos días: cómo es Sónar de Noche, las locuras de ciertos artistas, juntarte por casualidad con managers internacionales… ¡No os lo perdáis e investigad por vuestra cuenta todo lo que Sónar puede brindarnos a los músicos y los musicólogos!

Andrea P. Envid

Fotografía: tomada de Guestlist.net

Publicado en octubre 2015

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