Bellerofonte Castaldi
Bellerofonte Castaldi
El verso y la tiorba
Si hasta hace unas décadas el público interesado en la música antigua era minoritario, todavía lo era más el que se acercaba al repertorio de un instrumento ya extinto, como la tiorba. A ese público podían resultarle familiares los nombres de Piccinini o Kapsberger, los compositores e intérpretes de tiorba más famosos del Seicento italiano. Pero era mucho menos probable que les sonara el de Bellerofonte Castaldi, que aún hoy sigue pasando inadvertido para muchos aficionados. Podríamos pensar que, si hace falta un cierto grado de especialización para conocer a una figura como esta, es porque sus obras no son de la misma calidad que las de sus afamados colegas. Pero nada más lejos de la realidad: sus obras son iguales o mejores, y en muchas ocasiones, de un virtuosismo técnico mayor. Aun así, basta con comparar las grabaciones que se han realizado del repertorio de estos tres autores[1] para darse cuenta de la escasa presencia de Castaldi en la escena musical actual. Pero no es tan sólo su música lo que resulta fascinante: su propia vida tiene tintes novelescos.
Viajemos atrás en el tiempo, a la Italia de los siglos XVI y XVII. En esa época, gran parte de su territorio se encontraba bajo el dominio o influencia española.[2] El resto estaba formado por un mosaico de estados[3] que pugnaban por acrecentar o, al menos, mantener su poder.[4] Y es en la llanura padana, casi a medio camino entre Milán, Florencia y Venecia, abrazada por los ríos Secchia y Panaro, donde encontramos la ciudad de Módena.
Los nombres de sus barrios periféricos se deben hoy a los pueblecitos que crecieron a la sombra de la gran urbe. En uno de ellos, Collegara, nacería nuestro compositor en 1580. Como había otros tres Castaldi en la región, su padre, Francesco Castaldi –reputado por su excentricidad–,[5] dio originales nombres de pila a toda su prole, a fin de evitar cualquier posible confusión. Así, los hermanos de Bellerofonte respondían por Sesostro y Oromedonte, y sus hermanas, por Araplice, Areta, Artemia y Axiotea.[6] Dada su condición aristocrática, los Castaldi recibieron una exquisita educación. Como señala David Dolata, el músico encarnaba la imagen de “hombre renacentista” que Baldassare Castiglioni propugnaba en su obra El cortesano: “un caballero culto y educado, versado en artes y ciencias, literatura y retórica, así como en las destrezas de la caballería y la esgrima”.[7]
Dentro de esa educación cortesana resultaba inexcusable aprender a tocar algún instrumento. Otros en su lugar, se hubieran conformado con tañer el laúd. Pero Bellerofonte fue más allá y se convirtió en un virtuoso de la tiorba, un instrumento que –dada su dificultad– se consideraba reservado a los profesionales de la música. La reputación que consiguió le hubiera permitido hacer carrera en alguna corte, como Piccinini o Kapsberger. Pero para Castaldi, aun perteneciendo a la baja nobleza, una ocupación venal quedaba por debajo de su estatus. Aunque Bellerofonte fue siempre muy celoso de su libertad, mantuvo estrechas relaciones con la corte de Módena a través de su mentor, el cardenal Alessandro d’Este.[8] De hecho, solía proporcionarle consejo en asuntos musicales y le procuraba composiciones de autores como Claudio Monteverdi, con quien mantuvo una larga amistad.
Con toda probabilidad, Castaldi y Monteverdi se conocieron en Venecia gracias a un amigo mutuo, el impresor Alessandro Vicenti,[9] cuyo taller era lugar de animadas discusiones sobre asuntos musicales. Bellerofonte fue una de las primeras figuras públicas en reconocer el genio de Monteverdi, a quien se refería como el “nuevo Apolo y Orfeo musical”. El músico de Cremona apreció mucho el apoyo de su colega ya que sus innovaciones musicales fueron inicialmente vistas con desdén en Módena.[10] Es difícil determinar cómo de estrecha era su amistad, pero fue Castaldi quien disuadió a Monteverdi de aceptar un puesto en la corte del príncipe Ladislas Sigismund, en Polonia. Posiblemente, también la tiorba sería un nexo entre ambos músicos. De hecho, gracias a los escritos de Castaldi sabemos que era el instrumento predilecto de Monteverdi a la hora de componer.[11]
Bellerofonte Castaldi mantuvo contacto no sólo con Monteverdi, sino también con otros hitos de la sociedad musical del Seicento. Durante su estancia en Roma, trabó amistad con Girolamo Frescobaldi,[12] a su paso por el palacio del cardenal Alessandro d’Este. También a través del prelado, Bellerofonte entabló relación con uno de los tiorbistas mencionado anteriormente, el famoso Alessandro Piccinini.[13] Acerca de su virtuosismo, Castaldi escribiría “Pochi con esso ponno entrar in Giostra” –es decir, “pocos pueden medirse con él”–, en alusión directa a Giovanni Girolamo Kapsberger, con quien coincidió igualmente en Roma.
La práctica totalidad de la poesía de Castaldi fue de carácter satírico o burlesco. Su habilidad con la pluma, su carácter temperamental y su particular idea de la libertad hicieron que fuera arrestado en varias ocasiones por sus escritos políticos o licenciosos. Hallándose Módena prácticamente rodeada por territorios bajo influencia española, Bellerofonte se manifestaba contrario a esa injerencia extranjera, al margen de la opinión[14] o prudencia de sus conciudadanos y de las autoridades. Parte de los viajes emprendidos por el músico se debieron a destierros causados por sus enfrentamientos personales –tanto físicos como literarios–, y ni aún en esos casos supo conducirse con mesura: durante su estancia en Milán, fue uno de los instigadores del “motín del pan” que tuvo lugar en el otoño de 1628; y en Roma participó en el “pasquinate”,[15] una forma de publicación de libelos –en su caso, contra otro laudista–. De hecho, tuvo que huir de Roma rumbo a Nápoles después de que agentes del papa Pablo V le confiscaran escritos políticos comprometedores. Por cierto, esa huida a punto estuvo de terminar con su vida: el barco en el que viajaba naufragó debido a una tormenta, pero el capitán logró acercarlo a la costa antes de que se hundiera del todo.
No obstante, el suceso más traumático de la vida de Bellerofonte vino de la mano de su hermano menor, Oromedonte, que compartía su mismo carácter orgulloso y pendenciero. En 1612, estando Bellerofonte de viaje, Oromedonte participó en una disputa con un caballero boloñés sobre cuestiones relativas a la finca familiar. Con la colaboración de otro noble de Bolonia, el conde Alfonso Pepoli, el afrentado emboscó al más joven de los Castaldi cuando salía de una taberna, matándolo de un disparo.
Al enterarse de lo sucedido, Bellerofonte se reunió lo antes posible con su otro hermano, Sesostro, para cobrarse cumplida venganza. Sin embargo, en el ínterin, el asesino de Oromedonte –ya fuera por remordimiento o para ponerse a salvo de los Castaldi– tomó los hábitos e ingresó en un monasterio. Pero el conde Alfonso Pepoli, que había instigado a su colega y le había proporcionado la pistola, no escapó de la vendetta y resultó muerto por Bellerofonte. A causa de ese homicidio, el músico fue desterrado de Módena durante dos años. A su regreso, la familia del conde intentó a su vez ajustar cuentas: Castaldi recibió un disparo en el pie izquierdo, y la bala quedó alojada de tal modo que no podía ser extraída. Esta herida lo dejó cojo a los 31 años y le causó terribles dolores durante el resto de su vida. En sus escritos se refería a ella como su “desgracia”, su “estigma” o su “tragedia”. Según sus propias palabras, las mujeres lo rechazaban por ser cojo, por lo que, viéndose condenado a una “prisión de soledad”, buscaría refugio en la poesía y, sobre todo, en la música.
En lo que concierne a su música, los viajes lo hicieron receptivo a ciertas influencias –especialmente francesas– de las que se verían privados otros compositores sin su misma libertad de movimiento.[16] Sus obras están recogidas en dos publicaciones: Capricci a due stromenti[17]y Primo mazzetto di fiori.[18]
La primera recoge composiciones para tiorba a solo, pero también dúos para tiorba y “tiorbino”, un instrumento inventado por el propio Castaldi, de menor tamaño que la tiorba pero con su misma afinación una octava más alta. Se trata principalmente de danzas, de gran dificultad técnica en su interpretación, y en las que se fusionan el estilo polifónico del siglo anterior con el nuevo vocabulario musical propuesto por Monteverdi. Haciendo gala de su polimatía, Bellerofonte ilustró la publicación con grabados realizados por él mismo, embelleciéndola además con elaborados ornamentos caligráficos. Pero logros artísticos aparte, los Capricci a due stromenti fueron pioneros en su época al incorporar ciertas mejoras para la comodidad del lector en general, y del intérprete de música en particular: por un lado, Castaldi colocó la tabla de contenidos al comienzo del libro y no al final, como se hacía hasta entonces en Italia; y por otro, dispuso las tablaturas de modo que no hubiera que pasar la página o –si era inevitable– que al menos no hubiera que hacerlo en mitad de una frase musical[19] (de hecho, sólo hay cinco cambios de página en un libro de 72 páginas).
Castaldi también innovaría en el Primo mazzetto di fiori: en primer lugar, las letras de gran parte de las canciones eran poemas de su propio cuño;[20] en segundo lugar, Castaldi rechazó expresamente el uso del falsete –habitual en la época–, reclamando que las partes vocales se hicieran en el registro del tenor, “cuyos intervalos son propios y naturales del habla masculina”;[21] y por último, el Primo mazzetto di fiori fue una de las primeras publicaciones musicales en colocar debajo de la línea vocal los versos que seguían al primero, en lugar de situarlos a pie de página o en la página adyacente.
Si bien los años no atemperaron el carácter de Castaldi, la edad, su dolencia y los reveses del destino fueron aplacando su ímpetu poco a poco. Su hermano Sesostro falleció durante la epidemia de peste que arrasó el norte y el centro de Italia en 1630. Y a Bellerofonte, que se hallaba muy unido a sus hermanos, le pesó profundamente esta segunda pérdida. En 1643, mientras se hallaba en Venecia, la finca familiar fue arrasada durante una de las escaramuzas de la Guerra di Castro, un conflicto fronterizo entre el papa y el duque de Módena. Al verse mermados sus ingresos, Bellerofonte tuvo que abandonar sus viajes y regresó a su Módena natal en 1646, lo que le permitió reencontrarse con sus colegas de la Camerata Musifili.[22] Los últimos años de su vida se dedicó a la enseñanza musical y a compilar sus poemas, de los que se conservan varios cientos de páginas, y falleció el 27 de septiembre de 1649.
Alfonso Gamero Arrese
Notas y referencias
[1] En la base de datos ‘Discogs’, constan nueve grabaciones de repertorio exclusivo de Kapsberger, cinco de Piccinini y tan solo tres de Castaldi (consulta realizada el 14/09/2020 en www.discogs.com).
[2] Bajo dominio directo español se encontraban el Ducado de Milán, el Estado de los Reales Presidios y los reinos de Nápoles, Sicilia y Cerdeña. Bajo influencia española se hallaban la República de Luca, la República de Génova y el Ducado de Urbino (hasta su anexión por los Estados Pontificios en 1626).
[3] Los Ducados de Mantua, Parma y Saboya –que se hallaban bajo influencia francesa–, el Ducado de Módena, la República de Venecia, el Gran Ducado de Toscana y los Estados Pontificios.
[4] PRÉCLIN, E. y TAPIÉ, V. L. Le XVIIème siècle. Vendôme: Presses Universitaires de France, 1943.
[5] MUTINI, C. y ORSELLI, C., 1978. CASTALDI, Bellerofonte. Dizionario Biografico degli Italiani Vol. 21. Istituto della Enciclopedia Italiana G. Treccani. Disponible en: https://goo.gl/RkeCNX [Consulta realizada el 14/09/2020]
[6] DOLATA, D., 2007. “Bellerofonte Castaldi (1580-1649) of Modena: Musician, Poet, and Adventurer”. Acta Musicologica, vol. 79, no. 1, pp. 85-111.
[7] CASTIGLIONE, B., 1528. Il Libro del Cortegiano. Baltimore: Penguin Books, 1967. Citado por DOLATA, D., 2007. Op. Cit.
[8] El cardenal Alessandro d’Este (1568-1624) era hermanastro de Cesare d’Este (1562-1628), duque de Módena. Fue mecenas y protector de muchos músicos, entre ellos Piccinini y Frescobaldi.
[9] Alessandro Vicenti publicaría tres obras de Monteverdi: Madrigali guerrieri, et amorosi con alcuni opuscoli in genere rappresentativo, che saranno per brevi episodi fra i canti senza gesto (1638); Messa a quattro voci et salmi (1650); Madrigali e canzonette a due e tre voci (1651).
[10] En relación con la interpretación de unos salmos de Monteverdi en el Duomo de Módena en la Nochebuena de 1611, el cronista modenés Giovanni Battista Spaccini dijo que habían sido “absolutamente nauseabundos”.
[11] “Monteverdi always compsed with the theorbo in hand”. DOLATA, D., 2007. Op. Cit.
[12] Una de las composiciones de Frescobaldi fue publicada por Alessandro Vicenti en 1645 (ya después de la muerte de Castaldi) bajo el título de Canzon quinta detta Bellerofonte.
[13] Alessandro Piccinini fue el intérprete y profesor de tiorba más influyente en la región de Ferrara-Módena-Bolonia, y estuvo al servicio de Alfonso II d’Este, duque de Ferrara, Módena y Reggio.
[14] Benedetto Croce señala: “que España no representaba una potencia enemiga y maléfica queda demostrado por la conciencia de los contemporáneos, que en general estaban satisfechos e incluso orgullosos de que Italia fuera con España”. Citado en: VAQUERO PIÑEIRO, M., 2010. La Italia española en la Edad Moderna: tras el mito de la «crisis». Actas del XVII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas Vol. 1. Roma: A.I.H., pp. 144-148.
[15] El pasquinate consistía en colgar escritos en las estatuas durante la noche para que fueran vistos por la gente a la mañana siguiente, antes de que las autoridades tuvieran tiempo de retirarlos. Dichos escritos, a menudo de carácter político, solían burlarse de personajes públicos, de las autoridades e incluso del papa. La más famosa de esas estatuas se llama ‘Pasquino’ y es de ella de la que esta práctica toma su nombre, y de la que deriva en español la palabra “pasquín”. Desde 1501, Pasquino se encuentra en la plaza que hoy lleva su nombre –Piazza Pasquino–, justo detrás de la Piazza Navona.
[16] DOLATA, D., 1998. Castaldi’s Compositional Style and Technique in Capricci’s Dance Music. The sonatas and dance music in The ’Capricci a due strometni (1622) of Bellerofonte Castaldi (1580-1649). [Tesis doctoral] Cleveland, OH: Case Western Reserve University, pp. 114-38.
[17] Capricci a due stromenti, cioè tiorba e tiorbino e per sonar solo varie sorte di balli e fantasticarie (Módena, 1622).
[18] Primo Mazzetto di fiori musicalmente colti dal Giardino Bellerofonteo Per tenore, a 2 e 3, col basso continuo, al Ill.mo e Rev.mo Signor Donno Alessandro Cardinal d’Este (Venecia, 1623).
[19] DOLATA, D., 2005. Visual and poetic allegory in Bellerofonte Castaldi’s extraordinary Capricci a due stromenti. Early Music, vol. 33, no. 3, pp. 371-392.
[20] Este era un rasgo poco común en las primeras colecciones monódicas. El único coetáneo de Castaldi que también escribía los versos para sus propias composiciones era el cantante y tiorbista Francesco Rasi (1574-1621).
[21] Castaldi continúa: “parendo pure al Autor sudetto cosa da ridere che un uomo, con voce feminia, si metta a dir le sue ragioni e dimandar pietà, in falsetto, a la sua inamorata”, es decir, “pareciéndole también al susodicho autor cosa de risa que un hombre, con voz femenina, se ponga a dar razones y pedir piedad en falsete a su enamorada”. Citado en: CANTALUPI, D., 1996. La tiorba ed il suo uso come strumento per il basso continuo. Atti del Convegno «Marco Uccellini da Forlimpopoli». Roma: Società Italiana di Musicologia, pp. 165-186.
[22] Las veladas de este grupo –equivalente modenés de la Camerata Fiorentina– consistían en en reunirse a tocar, cantar o discutir de cuestiones musicales y filosóficas, sin que faltara nunca el vino a tales citas. Entre los miembros de la Camerata Musifili se contaba un tal Pavarotto, con quien Bellerofonte solía tocar dúos de tiorbino y cantar canciones de Monteverdi. Al parecer, este “Pavarotto, Gentil” al que hace referencia Castaldi en sus escritos era antepasado del famoso tenor Luciano Pavarotti, también natural de Módena.
Imagen 1: Autorretrato de Bellerofonte Castaldi
Imagen 2: Piazza Grande de Módena
Imagen 3: Recreación del asesinato de Oromedonte