Centro de Danza Canal: ¿futuro centro coreográfico de Madrid?

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Centro de Danza Canal: ¿futuro centro coreográfico

de Madrid?

La danza se mueve en los Teatros del Canal

Los Teatros del Canal se inauguraron en febrero de 2009 impulsados por la Comunidad de Madrid con el propósito de dotar a la capital española de un lugar de referencia para las artes escénicas. Sus 35.000 metros cuadrados acogen dos teatros (Sala Roja y Sala Verde), una sala de ensayos (Sala Negra) y el Centro Danza Canal (CDC). Todos estos espacios cuentan con un equipamiento técnico y humano que permite acoger todo tipo de espectáculos y proyectos.

A su director, Albert Boadella (Barcelona, 1943), que asumió el cargo desde sus inicios, le respalda una amplia experiencia como fundador y director de una de las compañías de teatro más antiguas de Europa: Els Joglars, fundada en 1961. Como director y autor de teatro, Albert Boadella ha definido una identidad basada en la sátira teatral que se inspira directamente en la realidad política y social y que ha generado siempre gran controversia. Su indudable aportación al sector de las artes escénicas de los últimos cincuenta años hace de él una apuesta comprometida para gestionar este espacio y desarrollar un programa que, a largo plazo, siente precedentes en la actividad escénica de Madrid.

En este sentido, resulta interesante la labor que se está llevando a cabo desde hace tres años en el Centro Danza Canal. El CDC se encuentra en uno de los tres módulos que conforman el complejo de los Teatros del Canal. El edificio de cinco plantas posee nueve salas de ensayo que son ofrecidas a través de distintas iniciativas para el impulso y la difusión de la danza en la ciudad. Los espacios no sólo acogen cursos, clases magistrales, encuentros, charlas, audiciones y muestras de trabajos para profesionales de la danza, así como proyectos educativos en colaboración con distintos centros de formación artística de la Comunidad de Madrid, sino que en ellos se desarrolla un interesante programa de residencias artísticas temporales que bajo el título ¿Tienes un proyecto coreográfico? supone un elocuente apoyo a la creación coreográfica de compañías de distintos estilos.

A punto de finalizar la cuarta edición de esta convocatoria, el CDC ha servido de plataforma para el desarrollo de 75 proyectos coreográficos desde su puesta en marcha en octubre de 2009. Este estímulo aún no cuenta con una dotación económica para las compañías seleccionadas, pero ofrece espacios y recursos humanos y técnicos que favorecen la creación artística. El proceso de selección para estas residencias, que no pueden superar los tres meses para su desarrollo, se define en función de unos requisitos mínimos basados en promover una buena idea desarrollada con la mayor excelencia creativa posible y con una viabilidad económica y de exhibición sólidas. Bajo estas premisas, la oferta se amplía tanto a compañías con una larga trayectoria profesional como a grupos emergentes, de los más diversos estilos.

Esta dinamización del sector no había sido tan relevante desde la década de los ochenta, en la que la desaparecida Sala Olimpia (actual Teatro Valle-Inclán), como teatro del Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas, serviría de sede a numerosas compañías y produciría y coproduciría en torno a 350 espectáculos de danza entre 1984 y 1994 y acogería, además, las primeras ediciones del Certamen Coreográfico de Madrid que este año cumple su 26º aniversario. La promoción que Guillermo Heras, director del CNNTE, aportó a este sector proporcionó a muchos jóvenes creadores la posibilidad de emprender una línea de actividad artística. Sin embargo, su cierre supuso la disgregación de todos aquellos profesionales y la danza se convirtió en un conjunto de islas que no lograrían crear un archipiélago. Cada compañía tuvo que librar su propia batalla para mantenerse a flote y, a duras penas, pero gracias a la constancia y la dedicación de muchas personas, se fue creando un legado de repertorio, estilos, coreógrafos y bailarines que, en la actualidad, constituyen la realidad de la danza de la capital.

Conscientes de que la vigente coyuntura económica hace peligrar la supervivencia del sector, se extiende una necesidad imperante de volver a fomentar el espíritu colectivo de aquellos años, que tan buenos resultados cosechó. Los recortes en las subvenciones públicas para fomentar la producción de espectáculos de danza obligan a las compañías a afrontar la creación de obras con un equipo creativo muy reducido. Pero esta circunstancia que repercute de forma directa en las perspectivas profesionales de tantos bailarines afincados en Madrid se trata de resolver gracias a iniciativas particulares de algunos de los coreógrafos que disfrutan de las residencias artísticas del CDC. Iker Arrúe o Daniel Abreu, en pleno proceso creativo, abren su espacio de experimentación y ofertan clases para profesionales sin recibir remuneración alguna. Se produce así un intercambio muy fructífero e interesante en el que los bailarines pueden continuar su entrenamiento regular y los coreógrafos se nutren de su energía y comparten sus inquietudes, contrarrestando así la soledad a la que se enfrentan en su trabajo. De esta manera, se crea un compromiso ajeno a cualquier interés económico basado en la generosidad y que está creando vínculos de fidelidad y apoyo incondicionales.

Debemos permanecer atentos a este cambio de mentalidad que se está promoviendo gracias al contexto que ofrece el CDC y que ya está determinando nuevas formas de organización, de valores y de intereses decisivos para marcar el cauce por el que la actividad de la danza de Madrid pueda continuar discurriendo. Mi más profundo agradecimiento (de corazón) a estas personas que, con sus acciones, alimentan la esperanza y generan alternativas para seguir adelante.

Patricia Roldán Ponce

Fotografía procedente de www.kedin.es

Publicado en octubre 2012

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