Blanco barroco y rojo flamenco

Crítica
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Blanco barroco y rojo flamenco

Euskal Barrokensemble y Márquez entrecruzan fronteras en el Auditorio Nacional

CNDM. Fronteras. Euskal Barrokensemble. El amor brujo 1715: Homenaje a Manuel de Falla en el centenario del Estreno de El amor brujo (1915). “Introducción, Bestenigar” del Dimitrie Cantemir, Joaquín Rodrigo, Manuel de Falla; “Chacona del amor dolido”, de M. de Falla, Gaspar Sanz, Nicola Matteis; “Allegro del pescador” de Joaquín Rodrigo; “Círculo mágico” de Johannes Hieronymus Kapsberger, M. de Falla; “Koumiss del fuego fatuo” de M. de Falla, tradicional iraní; “Adagio” del Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo; “Guajira en Re” de Mateo Pérez de Albéniz; “Canarios” de G. Sanz; “Danza ritual del fuego” de M. de Falla; “Xácara del juego de amor” de Antonio de Santa Cruz, M. de Falla; “Las campanas del amanecer” de M. de Falla. Rocío Márquez (voz); Miren Zeberio (violín); Vicente Parrilla (flauta barroca); Elies Hernandis (sacabuche); Pablo Martín Caminero (contrabajo); Enrike Solinís (guitarra, oud y dirección); Pedro Estevan y David Jiménez “Chupete” (percusiones). Sala de Cámara del Auditorio Nacional, 13 de noviembre de 2015.

Las cosas están cambiando en el Auditorio. Así lo demuestra Antonio Moral apoyando a grandes músicos de todos los palos como Rocío Márquez o Enrike Solinís en este proyecto fusión de frescura y atrevimiento innegables: una aventura musical del Euskal Barrokensemble dirigido el guitarrista y la cantaora, en el centenario del estreno de El amor brujo de Falla.

Rocío Márquez, desde que ganase la Lámpara Minera en el Festival de Cante de las Minas de La Unión (Murcia), se ha convertido en un referente flamenco para el mañana. En el Congreso Internacional: El amor brujo, metáfora de la modernidad (1915-2015) celebrado este junio en Granada, la treintañera onubense nos da su parecer sobre La gitanería del maestro y su conexión con el cante. Del género afirma que se suele asociar el lugar de procedencia al concepto de autenticidad. Manuel de Falla nace en Cádiz, donde se gesta este estilo musical en el triángulo Ronda-Triana-Cádiz, y su niñera es cantaora. De ahí que Falla domine los palos, que además enriquece al viajar a París, reinterpretando y ayudando a difundir esta música entre impresionistas como Debussy.

Cinco años hace ya que este género musical gitano ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Rocío cita orgullosa a Enrique Morente, quien le daba la vuelta: “es la humanidad patrimonio de los flamencos”. Para la cantante su música va más allá de la pureza y autenticidad, que históricamente dejan secuelas, ya que se trata “de forma excluyente” a aquellos que no han gestado esta música desde la cuna.

Aplicando esta idea, guitarristas de la talla de Paco de Lucía o Cañizares han interiorizado El amor brujo y le han dado su propia visión. Sin embargo para Rocío, aunque la influencia de la voz en la obra de Falla está cerrada, queda mucho por hacer. Eso es lo que ella pone en práctica en este concierto fusión. “Cuando Enrike me propuso esto me ilusionó mucho, porque es juntar diferentes tipos de música con un fin tan cercano”.

El Euskal Barrokensemble ha sido pionero en sacar su disco Euskel Antiqva con Alia Vox, el sello discográfico de Jordi Savall, lo que interpretamos como un signo de reconocimiento más a esta agrupación.

En el concierto, Rocío agradece el “peazo de arreglo que ha hecho” el director bilbaíno, que ha fusionado algunas de las canciones más conocidas de El amor brujo con las de compositores barrocos del siglo XV como Kapsberger y Matteis, o música tradicional iraní. Destaca la interesante orquestación de obras de otros autores como el Adagio del Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo o Canarios de Gaspar Sanz, además de la espectacular Guajira en re de Albéniz.

La melodía arabesca del oud o laúd árabe y el violín acercan a los intérpretes, unidos por el bordón invisible del sacabuche o trombón de varas barroco y el contrabajo. Pero no es hasta que hace su entrada Rocío Márquez, con su vestido rojo y largo cabello suelto, cuando la melodía se siente como una sola, cuando el público madrileño se entrega por fin, nostálgico de esa esencia gitano granadina del barro y la leyenda.

Euskal Barrokensemble se forma en 2006 y su prestigio no para de crecer. Su director, que proviene de formaciones especializadas en música antigua de la talla de Hespèrion XXI, Le Concert des Nations o Concerto Vocale, define la agrupación como “unos locos como nosotros, que admiramos la música española siendo una parte activa de ella”. Durante el concierto, el virtuoso guitarrista ofrece su profunda dedicación con la impaciencia alegre de quien no quiere quedarse atrás, disfrutando de tocar en un espacio como la Sala de cámara del Auditorio Nacional.

Y es que llama la atención el parqué limpio a sus pies, porque invita a extrañar el calor del tablao flamenco o de la paja del teatro barroco, la gente arremolinada en torno a esta agrupación dispar a la que une el caminar de pajarillo de la cantante, su detenerse al lado de unos y otros con desenvoltura distraída y amor de hermana. Su marcha de escena deja el calor un rato, como ondas en el río en el Allegro del pescador, donde pesca su corazón perdido Joaquín Rodrigo.

Humanidad expresada en esa urgente emoción del que ama rociada de sentimiento, palmas y castañuelas. Destaca el cuidadoso arreglo en piezas que no suelen incluir la voz, como el que engarza a la cristalina cantaora en la Guajira en re de Mateo Pérez de Albéniz, regando cuidadosamente el final con las palabras: “al salir el sol…”.

En otras ocasiones este arreglo puede provocar dentera, especialmente el de la consagrada Danza ritual del fuego, por su falta de sonoridad orquestal y enfatizados glissandi del sacabuche y del violín. Pero estando enmarcada en el ciclo Fronteras, no puede soliviantar a los más puristas. Como dice el compositor y musicólogo Komitas Vardapet, para muchos padre de la música armenia: “¿qué música es sin mezcla y pura? Sólo la de los animales que vocalizan siempre los mismos sonidos y con la misma entonación, porque no tienen el don del préstamo”.

Esta capacidad natural del ser humano para el mestizaje o fusión sustenta la ideología musical de este ciclo Fronteras del CNDM. La recepción de la sala, repleta, no deja lugar a dudas del éxito de esta aventura. Ya no hay frío en el Auditorio, partituras caídas cubren su suelo de blanco, y la sangre de la música viva lo tiñe de rojo.

Camila Fernández Gutiérrez

Fotografía: Mª Cristina Ávila Martín.
Al aire y al compás (portada).

Publicado en octubre 2015

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