La fe de la mar
La fe de la mar
Éste es el faro que todo lo ve. Durante el día, por la noche, cuando el sol cae en paracaídas, cuando los niños lloran.
Es único, el único romano que desde su cuna de comienzos del s. II acompaña a las embarcaciones que atraviesan el Atlántico desde el fines terrae del mundo que conocemos. Así cuentan las meigas buenas que se construyó, para venerar a pie de mar a deidades como Hércules en tierras de santuario indígena y con fuertes creencias sagradas, como parece que fueron siempre las del pasado.
Claro está que cada uno hace con su fe lo que cree, la mueve o la mantiene suponga lo que suponga. Y esta vez ha sido la mar. La mar ha roto su compromiso con. Se siente gruesa, cansada, arbolada, los tiempos de bonanza ya fueron y tiene razones.
Toda la mierda acaba entre monstruos y ninfas de piel salada. Petróleo, chapapote, llámese como se quiera, bolsas de plástico con cientos de años para desaparecer, pruebas de corruptos, sangre de ballena. Muchas le hemos hecho, aun siendo la magnífica en todos los sentidos, en perseverancia en pureza en fuerza.
Ya no canta. Con la cantidad de músicas que ha compuesto y escuchado la mar. La del Pacífico siempre insigne diversa, tan pronto sorprende con una estructura improvisada como con una melodía desafinada y al son. La del Antártico fría pero dulce, muy dulce al oído. La música de la mar del Muerto siempre ha sido sobria pero nunca funesta. La del Mediterráneo conserva sus modos, los de la tierra, aunque cada vez más contaminada. La del Atlántico. Sin duda de lo mejor en la vida de la música, una auténtica mujer, un auténtico hombre de música que diría Juan de Pablos.
Hace tiempo ya que ha perdido fe, y lo ha manifestado, se ha expresado y lo seguirá haciendo, bien merecido está. En general, agradecer agradecer todavía nos cuesta y esto lo presencia el faro que todo lo ve, desde el fin de la tierra conocido. Durante el día, por la noche, cuando el sol cae en paracaídas, cuando los hombres lloran.
Imagen tomada de: http://historiasdeunsaltimbanqui.blogspot.com.es/2012/11/de-lo-malo-lo-mejor.html