Negritud: música y conciencia

Crítica
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Negritud: música y conciencia

Petite Afrique y Cubafonía, álbumes de negritud jazzística

Petite Afrique, Somi; Okeh Records, 2017. Cubafonía, Daymé Arocena; Bronswood Recordings, 2017.

Negritud. Palabra polisémica. Nace en los años treinta del pasado siglo vía un movimiento estudiantil de jóvenes negros provenientes de las colonias francesas que alzan la voz, desde la metrópoli misma, en contra de la opresión racista. Fundan revistas como L’Étudiant Noir, donde declaran su filiación al marxismo y al surrealismo; se dice que es aquí donde aparece por primera vez el término, de puño y letra de Aimé Césaire. Para él la negritud alude a una toma de conciencia de la historia y cultura que implica el ser negro. Una historia de lucha, pero también una historia del arte. La música como máxima expresión de la negritud. Y es que, si existe una manifestación que pueda servir de síntesis simbólica, esta es la música. A continuación os invitamos a dialogar con dos discos recientemente lanzados.

A principios de este año aparecieron dos álbumes que desde la música nos presentan esa negritud anclada en diferentes geografías: el África migrante y la Cuba popular. Dos voces que desde el jazz se embarcan hacia otras rutas. Una diáspora negra contemporánea que traza caminos entre África y América: por un lado la migración africana a los Estados Unidos y, por el otro, un crisol de experiencias afrocubanas.

Somi, reconocida vocalista de jazz, nace en Illinois de padres originarios de Ruanda y Uganda; posteriormente se traslada de Nueva York a Nigeria, de donde extrae inspiración para sus últimos trabajos y entre los que destaca el aplaudido The Lagos Music Salon (Okeh Records, 2014). Petite Afrique es un disco articulado alrededor de la vitalidad migrante africana en la Gran Manzana, en el históricamente negro Harlem, específicamente la 116th Street (esa “pequeña África”). Las vivencias de sus habitantes se oyen en conversaciones grabadas que conectan las canciones cual preludios; estos registros van de una sincera nostalgia a la alegría rítmica. Ejemplo destacable es “Alien”, jocosa versión de una conocida canción de Sting, pero en vez de un Englishman en territorio ajeno el protagonista habla de cómo es ser africano migrante en Nueva York. Esta identidad racial se deja sentir también en temas como “Black Enough”, “Like Dakar” o “Kadiatou the Beatiful”. Los títulos no dejan lugar a dudas. Los arreglos tampoco: engarzan ritmos africanos con soul y R&B, pensados para transmitir un jazz armónico coronado por la virtuosa voz de Somi en vórtice intercultural. Basta escuchar sus juegos vocales para darse cuenta de que no es trivial que sea tan africana como estadounidense. Las letras son vía sonora hacia esa toma de conciencia de la condición afro en Norteamérica. No se diga más: negritud musicalizada.

Por su lado, Daymé Arocena, quien ha trabajado con Gilles Peterson, el gurú inglés de la World Music, ofrece su segundo álbum de estudio, Cubafonía. De voz pletórica y carisma interpretativo, trae a colación un haz de estilos afrocubanos enmarcados en lo que podemos llamar sincretismo musical. A lomo de ritmo jazz la pulida placa da un paseo por la música popular cubana: de la rumba guaguancó al changüí sin olvidar el son montuno. Es por todos sabido que la relación Cuba-EE.UU. es compleja y heterogénea, pero también productiva. En “Mambo Na’ Mà” se siente esa musicalidad de la Nueva Orleans del siglo XIX; “Cómo” es una balada pop que le canta al amor desesperanzado. Un divertido espanglish está presente en todas las pistas. “Maybe Tomorrow”, “Valentine” y “It’s not Gonna be Forever” son canciones de amor, amor a la pareja, amor a la tierra de origen, amor a la familia, instancias donde el caló cubano no puede faltar sonando muy fresco a lo largo del disco. Hay que destacar los motivos religiosos que inspiran pistas como “Eleggua” y “Negra Caridad”. Cuando recibo una llamada al celular suena “La Rumba me llamo yo”, y es que la música de Daymé es tan bella y brillante como su sonrisa.

Lo africano y lo afrocubano. Somi y Daymé. El jazz y la música tradicional. Aquí se trata de invitar a escuchar música de artistas de la negritud de diferentes latitudes que están al alcance de cualquier dispositivo con acceso a internet. La negritud es lucha por el reconocimiento, por el derecho a simbolizar la vida y las formas de habitarla, y qué mejor que acercarse a sus expresiones a partir de lo musical. He aquí dos ejemplares.

Omara Ramírez

Publicado en nº 31 de 2017

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