Un réquiem alemán
Un réquiem alemán. Johannes Brahms. Genia Kühmeier (soprano), José Antonio López (barítono). Dir.: Yaron Traub. Philharmonia Chorus y Orquesta de Valencia. Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA), 23 de abril de 2016.
Una de las tantas citas que han pasado a la historia “cómica” de la música fue la pronunciada por Brahms saliendo de una reunión de amigos, que decía: “Si queda alguien a quien no he insultado, le pido disculpas”. Esta frase, en principio graciosa pero inocente, deja a la vista mucho más de lo que parece. En ella se muestra un Brahms que, lejos de querer asentarse y hacer simplemente música del gusto de la gente siguiendo una tradición implementada, prefirió seguir su espíritu romántico y no hacer lo establecido. Obras como la que se interpretó en el concierto y que os voy a relatar a continuación son una buena demostración de ello: Un réquiem alemán.
Como pequeños apuntes para contextualizarla, la obra comenzó a componerse en el año 1861, y no sería hasta 1868 cuando se interpretó por primera vez un adelanto de los primeros movimientos en la catedral de Bremen, estrenándose de manera completa al año siguiente en la catedral de Leipzig. Llamada originalmente Un réquiem alemán sobre textos de las sagradas escrituras como vemos en la portada de su primera edición, está estructurada en 7 movimientos a modo de cantata, y no sigue el esquema de un réquiem tradicional. Además, el texto está en alemán, extraído de la traducción de la biblia que realizó Lutero. Abiertamente agnóstico, la discusión entre los musicólogos de hoy día radica en conocer quién inspiró a Brahms para componer este réquiem, y cuál era su finalidad. La teoría más extendida, apoyada por biógrafos como Max Kalbeck, es que se trata un homenaje a la madre de Brahms; corriente que es como mínimo discutible al fallecer la madre de Brahms en 1865, cuando el compositor llevaba 4 años trabajando en esta partitura. Otras tendencias afirman que la obra está influenciada por la muerte tanto de su madre como de su mentor Robert Schumann, que le afectó profundamente. Lo que parece claro es la concepción de la obra como una reflexión sobre la muerte, el consuelo, y la redención, temas que predominan en los textos elegidos por Brahms para ser interpretados por el coro y la orquesta.
Sin embargo, hubo una serie de aspectos que resaltaría de manera negativa en esta interpretación de la obra. En primer lugar, no he llegado a comprender el exagerado movimiento corporal del director, especialmente en momentos de la partitura que pienso que no requerían de tanto vaivén, llegando incluso a palparse en momentos puntuales una distancia muy considerable entre lo que la orquesta interpretaba y lo que Traub pedía a los músicos. Este factor, que cuando simplemente escuchas una obra en disco o streaming puede pasar desapercibido, me conseguía sacar a veces de la obra. Otro punto que me gustaría resaltar serían los bruscos cortes de fraseo que se percibieron en determinados momentos del réquiem. Por poner un ejemplo, el 2º movimiento. “Denn alles Fleisch, es ist wie Gras” consta de una introducción con la melodía (en cuerdas, flauta y oboe) que, si bien contiene silencios, en ningún momento pide cortes que incluso acotaban el valor de ciertas notas. Es posible que estas interrupciones en el fraseo fueran requeridas por el director de manera consciente; si esto es así, creo que no entran en el contexto de lo que se está presentando. La interpretación de la obra no puede apartarnos de su concepción: una obra coral, redonda, que no necesita de movimientos drásticos ni de frases cortantes para brillar, que resalta conceptos como la redención o el consuelo, ideales no violentos sino dramáticos.
La falta de afinación existente en contados momentos en los instrumentos de viento contribuyó a la falta de claridad y tranquilidad requerida en los finales de frase, escuchándose claramente batidas cuando mantenían notas largas, que tardaban mucho en ser corregidas. Es un factor difícil de controlar, pero no por ello ha de dejar de mencionarse.
Aun teniendo en cuenta todos los aspectos mencionados antes, la cuerda mantuvo un alto nivel, al igual que el coro y los solistas, y estas pequeñas críticas no son más que una serie de momentos puntuales que solo empañan una aceptable interpretación.
Como apunte final cabe decir que ya está confirmada la próxima visita de la Orquesta de Valencia a este auditorio dentro de la temporada 2016/2017, interpretando en diciembre la Missa solemnis de Beethoven. Ya os contaré.
Daniel Lloret Andreo
Imágenes: Daniel Lloret Andreo y Ana Sánchez Juan (portada)