Aire fresco

Crítica
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Aire fresco

David Afkham y la O.C.N.E.

Viajes Lejanos. Ciclo sinfónico nº 7. Arnold Schönberg: Cinco piezas para orquesta, op.16. Richard Wagner: Wesendonk Lieder. Gustav Mahler: Sinfonía nº 1 en Re mayor “Titán”. Orquesta Nacional de España. Nathalie Stutzmann, contralto. Dir.: David Afkham. Auditorio Nacional, 12 de enero de 2014.

El joven maestro David Afkham (Friburgo, 1983) es una de las batutas más sobresalientes de su generación. Su nombramiento como director titular de la OCNE el pasado año representa un soplo de aire fresco para la formación española y un impulso al panorama musical de nuestro país. Mucha era la expectación que había suscitado este concierto entre el público madrileño. Por primera vez en esta temporada el director alemán se ponía al frente de la Orquesta Nacional de España y el resultado fue más que prometedor.

En los primeros acordes de las Cinco piezas op.16 de Arnold Schönberg pudo escucharse una orquesta compacta, con unos planos sonoros muy conseguidos y perfectamente definidos. La afinidad entre el director y la formación era patente desde el comienzo y los resultados fueron satisfactorios.

Afkham, en la línea de la primera interpretación, planteó un acompañamiento exquisito, detallista y efectivo para la siguiente obra, los Wesendonck Lieder de Richard Wagner. En ellos la contralto francesa Nathalie Stutzmann mostró una voz profunda pero algo falta de proyección. Pese a que la versión orquestal elegida fue la de Hans Werner Henze, compuesta para conjunto de cámara, su interpretación pecó de falta de volumen. Por el contrario, con su fraseo elegante y gran expresividad, la intérprete logró crear momentos de gran tensión dramática, sobre todo en el lied “Im Treibhaus”, cuyo tema Wagner usó posteriormente en la composición del Tristán.

La versión de la Sinfonía nº 1 de Gustav Mahler que construyó el director alemán fue sobre todo sólida y coherente. En los primeros compases de la obra logró crear un halo de misterio que cortaba la sala. En todos los pasajes del primer movimiento el sonido estuvo cargado de fuerza pero sin nada de brusquedad. Los metales resultaron brillantes y siempre fueron respetuosos con las cuerdas. Afkham mostró una técnica de dirección sorprendente en alguien de su edad durante toda la ejecución de la obra. Condujo de una manera sensual los pasajes más legati del segundo movimiento y dotó de gran fluidez al tercero. En la conclusión de la sinfonía no cayó en efectismos y edificó un acto final contundente y pletórico. Manejó a su antojo a una entregada Orquesta Nacional que rindió a un nivel notable.

El éxito en la sala fue total. David Afkham tiene ya al público madrileño entregado y expectante ante el comienzo de una prometedora etapa dentro de la historia de la OCNE.

Eduardo Pérez

Foto tomada de: http://cultura.elpais.com/cultura/2014/01/08/actualidad/1389208403_089842.html.

Publicado en febrero 2014

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