Alegrías canoras. Adriano in Siria de Veracini

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Alegrías canoras

El Adriano de Veracini vuelve a sonar

CNDM, Ciclo Universo Barroco. Francesco Maria Veracini: Adriano in Siria, versión concierto. Europa Galante. Dir.: Fabio Biondi. Sonia Prina, Vivica Genaux, Roberta Invernizzi, Kristina Hammarströn, Lucia Cirillo, Ugo Guagliardo. Madrid, Auditorio Nacional (Sala Sinfónica). Lunes, 26 de enero de 2015.

Trescientos años en sueño; trescientos años durmiendo en un olvido empolvado. Ya descansó bien este dramma per musica del que les hablo. Fabio Biondi y el musicólogo Holger Schmitt-Hallenberg realizaron la tarea de recuperación de la obra de Veracini Adriano in Siria, basada en el libreto original de Pietro Metastasio del mismo nombre1 y que dio lugar a cerca de sesenta óperas. Fue en diciembre del 2013 cuando pudo escucharse por primera vez esta música en el Ciclo de Opera Rara de Cracovia con la misma plantilla que la ha traído a Madrid, a excepción de la cantante Ann Hallenberg en el papel de Farnaspe que en esta ocasión fue interpretado por la mezzosoprano Vivica Genaux para placer y regocijo de nuestros oídos.

La estructura de esta obra durmiente responde perfectamente bien a la tipología de la llamada ópera seria que dominó durante parte del siglo XVIII los diferentes escenarios europeos. Tres actos, seis personajes, una treintena de arias completamente cerradas y con mundos expresivos diferentes distribuidas siempre al final de las escenas –con la intención de no interrumpir la acción dramática desarrollada en los recitativos–; un rey benévolo, entresijos amorosos y un final completamente feliz son algunas de las características de estas piezas, siempre destinadas a complacer y a hacer propaganda de la autoridad.

El festín musical en este tipo de composiciones recaía por tanto en la treintena de arias cerradas que les anuncié. Estas eran muchas veces pensadas y escritas para determinados cantantes; verdaderas estrellas protagonistas de todo este mundo sonoro. Adriano in Siria de Veracini es una muestra de ello ya que el año de su estreno, 1735, contó con los más grandes de aquel tiempo: Senesino, Farinelli y Cuzzoni, más Bertolli, Santini y Montagnana. La versión que escuchamos nosotros no desmereció en el reparto, si bien brillaron por encima de los compañeros Vivica Genaux en el papel de Farnaspe y la bella Emirena interpretada por la soprano Roberta Invernizzi. Vivica defendió sobresalientemente su aria de bravura, uno de los momentos de mayor difícultad ténica de la noche y por ello uno de los más alabados por parte del público. El buen vibrato y unas coloraturas envueltas en la calidez de su voz permitieron que desviásemos la atención de un breve problema con la afinación, acometido en este caso por los instrumentistas mientras acompañaban a la cantante. Por su parte Roberta Invernizzi nos deleitó con la riqueza de su timbre modulado y manejado con una sabia exquisitez. La contralto Sonia Prina encarnó al emperador Adriano –Biondi nos explicó que no gusta de usar contratenores– demostrando un carácter decidido y haciendo gala del porte regio propio de su personaje. Técnicamente correcta, el público mostró su complacencia con el aria “Tutti nemici e rei”. Su prometida en la historia, Sabina, no brilló en demasía a pesar del privilegio que conlleva portar un número elevado de arias; aunque en este punto opino que fue más por la escritura musical que realizase Veracini para el papel que por la interpretación que nos brindara la mezzosoprano Kristina Hammarströn. Por último Lucia Cirillo –también mezzosoprano– y el bajo Ugo Guagliardo realizaron ambos muy buena actuación. Teatralmente fue Cirillo quien mejor caracterizó a su personaje, Idalma, pero tampoco llegamos con ella a grandes cotas de ensimismamiento porque a pesar del gran potencial que se pudo apreciar en su voz, la zona de los agudos requirió de un control mayor. El Osroa de Guagliardo fue profundo y convincente; con un gran volumen y una melodía entretejida diestramente destacó especialmente en su útima aria “Non ritrova un’alma forte”.

En cuanto a la partitura orquestal, dentro de su servilismo a la voz, sí que contenía algún retazo de elaboración que Biondi se encargó de resaltar con naturalidad y elegancia. La obertura por ejemplo, de corte italiano, contenía secciones fugadas que le dieron interés. También la aprecié algo más entretenida en momentos y arias puntuales, bien por el ritmo –aria de Emirena “Prigionera abbandonata”– bien por realizar efectos pictóricos algo anticuados pero efectivos –aria de Emirena “Un lampo di speranza”– bien por la instrumentación –aria de Emirena “Per te d´eterni allori” o aria de Osroa “Amico, assai”– o bien por la propia interpretación de Biondi y su Europa Galante –aria de Osroa “Tremi di morti”, aria de Sabina “Ah, ingrato minganni” o aria de Farnaspe “Quel ruscelletto”–. Verdaderamente creo que se realizó muy buen trabajo porque a pesar de la poca sustancia de la música instrumental en este contexto –básicamente sustento armónico de la melodía canora– Biondi se mantuvo en todo momento alerta y aprecié una dirección in crescendo que otorgó solidez, cuerpo y volumen al discurrir de este dramma.

Vayan ahora muchos bravos en este párrafo y que cada uno los distribuya como mejor le plazca. Después de todo unicamente les confesaré uno: a los espíritus infatigables de músicos musicológicos, ¡bravo!

María Cristina Ávila Martín

1    Es una revisión  realizada por Angelo Maria Cori

Fotografía: http://asociaciongema.files.wordpress.com/2011/09/la-galanc3ada-sofc3a1.jpg

Publicado en febrero 2015

 

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