Cuando dos más dos suman mucho más que cuatro

Crítica
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Cuando dos más dos suman mucho más que cuatro

El cuarteto de cuerda, esa máquina perfecta

El cuarteto de cuerda. Laboratorio para una sociedad ilustrada , Cibrán Sierra, Alianza Música – Biblioteca básica, 2014, ISBN: 978-84-206-9338-5.

En La música como discurso sonoro, Nikolaus Harnoncourt afirma que los infructuosos intentos de “reducir la música a lo bello” durante la Revolución francesa pretendían restringir su recepción a lo puramente emocional para crear la ficción de que cualquiera podía entenderla. Según él “la música sólo puede resultar comprensible para todos si se reduce a lo primitivo o si todos aprenden su lenguaje”. Siguiendo esta línea argumentativa, aunque centrándose más en la creación que en la recepción, el violinista gallego Cibrán Sierra describe, evocando a Kant en su Crítica del Juicio, la esencia que definió al cuarteto de cuerda desde sus inicios:

“una música cuyo todo apelaba sólo al sentimiento pero cuyas partes emanaban de una construcción racional”.

Pero, ¿es posible comprender más allá de la emoción la complejidad del cuarteto de cuerda si carecemos de una formación teórica similar a la de los profesionales?

Cibrán Sierra nos propone un recorrido variado por “su cultura, su historia, su mecánica interna, su trascendencia social y su presencia en el mundo musical moderno”. La elección de Sierra como autor de esta monografía es, sin lugar a dudas, uno de los mayores aciertos de esta nueva colección de Alianza Música. Su dilatada experiencia como solista y como miembro del Cuarteto Quiroga, así como su labor docente al frente de la cátedra de música de cámara en el Conservatorio Superior de Música de Aragón, le convierten en la persona idónea para llevar a cabo este acercamiento al cuarteto de cuerda como forma y  agrupación instrumental.

Su propuesta se articula en cinco bloques heterogéneos en extensión y planteamiento: una introducción general, más leve y breve de lo deseable; una historia del cuarteto como forma, que ocupa las dos terceras partes del libro y abarca desde el Clasicismo hasta la actualidad; un “viaje al interior del cuarteto”, conciso pero muy interesante que ahonda en la problemática de su funcionamiento; una reflexión sobre la relación entre cuarteto y sociedad donde plantea la vigencia de los valores de la Ilustración; y un análisis breve de su papel en el mundo actual, que cierra con un fantástico cuadro sobre los cuartetos más relevantes de las últimas décadas y los trasvases de instrumentistas entre ellos.

El libro en su conjunto destaca por la fluidez de su prosa, y por la ingente información y destellos de opinión que proporciona al lector. En el capítulo sobre el funcionamiento interno del cuarteto, por ejemplo, Sierra nos obsequia con reflexiones tan interesantes como éstas:

“[un cuarteto de cuerda es] un equipo cuya fuerza y capacidad total trasciende y supera la de la suma de sus miembros”,

“ninguna de las cuatro voces del cuarteto tiene per se […] una influencia permanentemente dominante sobre las demás”,

“la identidad instrumental homogénea de los miembros del grupo hace más necesaria que nunca la búsqueda de la diferencia”,

“la fusión de los sonidos de los cuatro instrumentos sólo se consigue disociando sus funciones”, etc.

O con aclaraciones sobre su dinámica interna muy en consonancia con lo planteado por Yaron Silberman en A Late Quartet (2012), extraordinaria película que aborda la crisis que vive un veterano cuarteto cuando uno de sus miembros debe retirarse.

En el dedicado a la historia de la forma, el capítulo más extenso y tradicional por su historicismo, destaca (por encima, incluso, de los de Haydn, Beethoven o Schubert) el apartado sobre los cuartetos de Bartók en el que Sierra da con la fórmula que le permite renunciar al enfoque impresionista utilizado con otros compositores, para centrarse magistralmente en la naturaleza de la forma y en su expresividad.

Finalmente, en el que lleva por título “Cuarteto y sociedad”, sin duda el más extra-musical  en su planteamiento, encontramos afirmaciones tan impactantes como “acompañar no es seguir” o “liderar no es imponer autoritariamente”, que nos invitan a reflexionar con seriedad no sólo sobre el modelo político y social que defendemos sino también sobre nuestra manera de comprender y vivir la música.

No me gustaría cerrar esta breve reseña sin hacer mención de la confianza que Sierra parece depositar en el cuarteto de cuerda como instrumento para el desarrollo de individuos libres y responsables, algo que confirma su origen ilustrado y que parece reafirmar la impronta idealista que se percibe en su discurso. Sin embargo, mientras escribo estas líneas no puedo evitar recordar lo que escribió Thomas Mann a propósito de la omnipresencia de la música en la cultura alemana. Según él, ese exceso era la prueba fehaciente de su desinterés por las causas sociales, que buscaba en el arte lo que no podía desarrollar en otros ámbitos. No tengo muy claro que la vigencia del pensamiento ilustrado que, según Sierra, refleja el cuarteto pueda servir a modo de “educación para la ciudadanía”. El arte sólo es el espejo que nos muestra lo que somos. Cambiar la realidad, en última instancia, es una batalla que libramos en otros ámbitos.

Alejandra Spagnuolo

Publicado en verano de 2015

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