Prólogo a un Quijote de Savall

Crítica
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Prólogo a un Quijote de Savall

La música de un libro y una vida capaces de hacernos sacar algo en limpio del alma humana

CNDM, Universo barroco. Miguel de Cervantes (1547-1616). Viajes y Cautiverios, Ensueños y Utopías. Las músicas de Cervantes y del Quijote. Obras de Luys de Milán, Joan Brodieu, Diego Pisador, Juan Vásquez, Francisco de Peñalosa, Francisco Salinas, Gabriel, Cristóbal de Morales, Juan Arañés y Tomás Luis de Victoria. Jordi Savall (viola de gamba soprano y dirección), La Capella Reial de Catalunya, Hespèrion XXI. Madrid, Auditorio Nacional de Música, Sala Sinfónica, 24 de abril de 2016.

Ocupado Lector, sin juramento me podrás creer, que no quisiera que esta Crítica como hija de mi desentendimiento, pasase por la más hermosa, la más gallarda, y más discreta, que pudiera imaginarse. Pues no he podido sino avenirme al orden de naturaleza, que en ella, cada cosa engendra su semejante. Y así, qué podrá engendrar el estéril, y mal cultivado ingenio mío, sino un pálido informe, seco y avellanado, de un concierto que sin duda fue mucho más bello y lleno de pensamientos sublimes, bien como quien se engendró en un periodo de exámenes universitarios, donde toda incomodidad tiene su asiento, y donde todo triste manual hace su habitación. Acontece tener un padre una hija fea, y sin gracia alguna, y el amor que le tiene, le pone una venda en los ojos, para que no vea sus faltas, antes las juzga por discreciones, y lindezas, y las cuenta a sus amigos, por agudezas, y donaires. Pero yo, que aunque soy padre de esta Crítica, no quiero irme con la corriente del uso, ni venderte mis opiniones como algo objetivo e indiscutible, Lector carísimo, pues ni eres tú su pariente, ni su amigo, y tienes tu alma en tu cuerpo, y tu libre albedrío, como el más pintado, y estás en tu casa, donde eres señor de ella. Todo lo cual te exenta, y hace libre de todo respeto, y obligación, y así puedes decir de estas líneas, todo aquello que te pareciere, sin temor que te calumnien por el mal, ni te premien por el bien que dijeres de ellas.

Sólo quisiera ofrecerte una idea del concierto monda, y desnuda, sin el ornato de mis subjetividades, ni de la innumerabilidad, y catálogo, de las acostumbradas Biografías, Descripciones perogrullísticas, y Elogios, que desde el principio de las Críticas suelen ponerse. Porque te sé decir, que aunque me costó algún trabajo escribir en ocasiones anteriores, ninguno tuve por mayor, que hacer esta recensión que vas leyendo. Muchas veces me senté al teclado para escribirla, y muchas veces me levanté, por no saber lo que escribiría sobre el Ingenioso Hidalgo y sus músicas, sin ser Cervantes o el propio Pierre Menard: y estando una ocasión suspenso, con el ordenador delante, los cascos en las orejas, el codo sobre la mesa, y la mano en la mejilla, pensando lo que diría, entró a deshora una amiga mía, graciosa, y bien entendida, y compañera habitual de conciertos. La cual, viéndome tan imaginativo, me preguntó la causa, y no encubriéndola yo, le dije que pensaba en la Crítica que había de hacer, a la historia de don Quijote y de su autor interpretada por Jordi Savall y sus compañeros, y que me tenía de suerte, que ni quería hacerla, ni menos sacar a la luz la belleza de los sonidos que allí se tañeron.

—Porque, ¿cómo quieres que no me tenga confuso, el qué dirá el antiguo legislador, que llaman vulgo, cuando vea que al cabo de tantas semanas como ha que duermo, en el silencio del olvido, salgo ahora con un concierto tan antiguo a cuestas (para consternación añadida de los editores de Síneris), con mis ideas tan secas como el esparto, ajenas de invención, menguadas de estilo, pobres de conceptos amusos, faltas de toda rimbombancia erudita, y doctrina: sin acotaciones de cientos de adjetivos en cada párrafo, y sin reflexiones sobre el matiz filosófico del apagamiento del fantasmático cromatismo vital del intérprete, como veo que están otras Críticas, aunque sean fabulosas, y profanas, tan llenas de sentencias de Pseudorreverter, de Trías, y de toda caterva de filósofos musicales, que admiran a los leyentes, y tienen a sus autores por hombres leídos, eruditos y elocuentes? De todo esto ha de carecer mi Crítica, porque ni tengo que adjetivar infinitamente, ni menos sé qué expertos en música sigo en ella, para irlos desgranando poco a poco, o mucho a mucho, como hacen todos.

»En fin, amiga mía —proseguí—, yo determino, que las músicas de Cervantes y del Quijote, sus viajes y cautiverios, ensueños y utopías, se queden sepultados en la grabación, ya de hace bastantes años, que realizó Hespèrion XXI y su Capella Reial de Catalunya, en la que el público encontrará réplica de buena parte del concierto, que yo me hallo incapaz de revivir en mi prosa, por mi insuficiencia y pocas letras, y porque naturalmente soy poltrón y perezoso, de andarme buscando autores tan renombrados, que digan lo que yo me sé decir sin ellos, o de escribir insulsas líneas sin expresar algo que aporte una nota de reflexión.

Oyendo lo cual mi amiga, dándose una palmada en la frente, y disparando en una carga de risa, me dijo:

—Por Morales, hermano, que ahora me acabo de desengañar, de un engaño en que he estado, todo el mucho tiempo que ha que te conozco, en el cual siempre te he tenido por discreto, y prudente, en todas tus acciones. Pero ahora veo, que estás tan lejos de serlo, como lo está el cielo de la tierra.

»¿Cómo que es posible, que cosas de tan poco momento, y tan fáciles de remediar, puedan tener fuerzas de suspender, y abortar, un ingenio tan maduro como el tuyo, y tan hecho a romper, y atropellar por otras dificultades mayores? En mi opinión, esto no nace de falta de habilidad, sino de sobra de pereza y penuria de discurso. ¿Quieres ver si es verdad lo que digo? Pues presta atención, y verás cómo en un abrir, y cerrar de ojos, confundo todas tus dificultades, y remedio todas las faltas que dices.

—Dime —le repliqué yo, oyendo lo que decía—, ¿de qué modo piensas llenar el vacío de mi temor, y reducir a claridad el caos de mi confusión?

A lo cual ella respondió:

—No temas ningún daño de los lectores, puesto que es fácil comprender que la Crítica de un concierto no es comparable a la de un disco, un libro, o una exposición. Pues no responde a la misma urgencia inminente, sino que es un cavilar sobre algo que pasó, y no volverá a repetirse, por lo general, en el mismo lugar y tiempo con demasiada rapidez. Por otra parte, lo que reparas de las Biografías, las Descripciones sobreadjetivadas, o Elogios, que te faltan para ir rellenando el discurso, deberías olvidarlo. Nadie necesita conocer quién es Jordi Savall y sus compromisos humanos o divinos, sino a lo sumo alguno de sus compañeros, más ignorados por el gran público, sobre el que quieras poner el foco. No te extiendas entonces en relaciones prolijas, desde su lugar, fecha, y datos de nacimiento: antes bien, piensa en presentar a quien lo merezca de modo epigramático, como a Pierre Hamon, flautista de gran originalidad, o como al recitador, Francisco de Rojas, cuyo mayor interés reside en su nombre. En lo que respecta a las Descripciones, poco podrás decir de un programa al que cualquiera puede acceder desde la red, o de un conjunto tan sobrio en su exterior, salvo quizá aludir con reprobación, en el caso de los ensembles musicales, a la ausencia casi total de mujeres, lastimosa en estos tiempos que corren. Puedes, sin embargo, referirte luego con más afabilidad a los buenos propósitos de incluir intérpretes invitados, de las tierras de oriental zafiro, que nos traigan a la memoria, con la sofisticación de su cultura, el error de repetir las tragedias del pasado, evocadas estremecedoramente con el bando de la expulsión de los moriscos de Valencia, de triste rabiosa actualidad, y que es capaz de levantar a la gente, con incomodo, de sus butacas.

»Sobre los Elogios, creo que sólo debes usarlos con somero criterio, en caso de que sea necesario reconocer, como resulta evidente en este caso, la calidad interpretativa, y otros aspectos como la difusión del patrimonio musical olvidado. Es cierto, y no olvides mencionarlos, que hay matices negativos, debido a la dificultad que entraña alcanzar la perfección, puesto que, por ejemplo, en el concierto del que te ocupas la música se utilizaba en ocasiones como un mero fondo decorativo de los textos, como la banda sonora de una película, sin que se llegara a comprender la centralidad que poseía. Tal vez deberías, además, cuestionar hasta qué punto es original realizar un programa en buena parte deudor del mencionado CD de 2005, puesto que criticas a intérpretes que conocen extraordinariamente, y desde hace mucho tiempo, este repertorio. Eso sí, no olvides remarcar que se han introducido varias novedades (entre ellas algún sospechoso great hit) y, sobre todo, que hay un gran trabajo de investigación filológica y musicológica (especialmente en lo que se refiere a los romances), que siempre es grato recuperar para su disfrute en vivo.

»Poco puedo decirte de las citas eruditas, pues ya sabes que opinamos lo mismo. Sólo hay un puñado de teóricos que hayan demostrado que sus ideas pueden tener un reflejo artístico, más allá de los enjundiosos tomazos habituales, y no creo que merezca la pena que te esfuerces por citar autoridades que no lo son, aunque quizá podrías inventarlas con gran divertimento, en el remoto caso de que creyeras tener algún parecido con don Miguel. Aunque sí podrías traer a colación alguna pertinente glosa extramusical, para agradecer que, en cualquier caso, haya habido un cierto esfuerzo, desde el CNDM, por mejorar cualitativamente la muy insuficiente programación del “Año Cervantes”. Estoy recordando ahora, por ejemplo, la “anécdota” de aquellos dos franceses que admiraban al escritor y que se sorprendieron al saber que era viejo, soldado, hidalgo y pobre. A que uno respondió estas formales palabras: ¿pues á tal hombre no le tiene España muy rico, y sustentado del erario público? Acudió otro de aquellos caballeros con este pensamiento, y con mucha agudeza, y dijo: si necesidad le ha de obligar á escribir, plega a Dios que nunca tenga abundancia, para que con sus obras, siendo él pobre, haga rico á todo el mundo. En todo caso, sería una lástima, y más vale que con este pensamiento concluyas, que los homenajes al manco autor y a sus creaciones se limitaran a este concierto. Que no tuviera tantos visos de ser verdad aquello que se decía allende los mares: vencido por la realidad, por España, don Quijote murió en su aldea natal hacia 1614. Poco tiempo lo sobrevivió Miguel de Cervantes.

Con silencio grande estuve escuchando, lo que mi amiga me decía, y de tal manera se imprimieron en mí sus razones, que sin ponerlas en disputa, las aprobé por buenas, y de ellas mismas quise hacer esta Crítica. En la cual verás Lector suave, la discreción de mi amiga, la buena ventura mía, en hallar en tiempo tan necesitado tal consejera, y el alivio tuyo, en hallar tan sincero, y tan sin revueltas, un mínimo prólogo a la Vida de Cervantes y su famoso don Quijote de la Mancha, evocada en música gracias a los buenos oficios de Jordi Savall y su gente, de quienes hay tan buena opinión y merecida fama entre los melómanos del distrito europeo. Yo no quiero encarecerte el servicio que te hago, en darte a conocer (o recordarte la existencia de) tan nobles, y tan honrados intérpretes: pero quiero que seas tú mismo testigo de sus peripecias, con lo que te invito a que les escuches cuanto puedas cuando puedas. Y con esto, que la música te dé salud, y a mí no olvide. VALE.

Pablo Tejedor Gutiérrez

Fotografías: https://www.nationalgallery.org.uk (portada) y https://c2.staticflickr.com.

Publicado en febrero 2016

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