En bucle
En bucle
Es curioso cómo las plataformas de mayor éxito reciente son las que no nos dejan salir de ellas. Los libros te permiten ojear, adelantar con nocturnidad y alevosía hasta el final, ¡e incluso te obligan a cambiar de postura según estés en la página diestra o siniestra! Pero, ¿cuánta fuerza de voluntad se requiere para que tus músculos se accionen para salir de Instagram? ¡Pruebe incluso a cambiar de postura! Ni el mismísimo Zuckerberg fue tan malicioso al pensar Facebook, que con un click ya te tenía fuera, navegando sin rumbo, sin redes.
La gota que colma el vaso es TikTok (con su reciente imitación por parte de reels) que une el enganche mecánico del audiovisual con el ya de por sí magnético de la música. ¿Acaso no tenemos todos esa canción fetiche que no podemos escuchar una sola vez? Pues tranquilo, que si no la tiene al primer deslizadito, la tendrá al segundo. ¿Y si está en el tercero? Ay.
Y aún me pregunto otra cosa, ¿es esta repetición buena, o mala? ¿Acaso no me dice mi psicóloga que hay que salir del bucle? ¿No tiene todo esto algo de enfermizo? «Pero si disfruto tanto con esta canción, ¿para qué voy a escuchar otra?». Es una rueda del placer, que pasa una y otra vez por los mismos e idénticos resortes, y que, aun así, genera cada vez más dopamina.
Socorro. Que alguien me saque de aquí.
Fotografía de: Andrea Bravo