Fusión de estilos en la nueva canción de autor española

Crítica
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Fusión de estilos en la nueva canción de autor española

El viaje interior del yo al encuentro del tú

 

La música española bien puede decir que está de enhorabuena y, ciertamente, no le faltan motivos. El árbol y el bosque, el nuevo trabajo discográfico de Rozalén –el cuarto de su trayectoria profesional y Disco de Oro a los pocos meses de su presentación– ha tenido una gran acogida por un público necesitado –más si cabe, en estos momentos– de aire fresco, de música cantable, bailable, de letras que invitan a poner en alza el valor del autoconocimiento y la autoestima. Se trata de un reto que la artista albaceteña ha conseguido sobradamente, logrando hermanar psicología (no olvidemos su formación profesional en este campo) y música.Su nuevo trabajo –cuya fecha de lanzamiento tuvo lugar el pasado 30 de octubre de 2020– trae en esta ocasión a una Rozalén más introspectiva. A través de sus canciones nos adentra en un apasionante viaje interior, donde el yo –el árbol– cobra un especial protagonismo en un sano y necesario ejercicio de descender a lo más profundo de nosotros mismos.

Desde esa mirada integral del ser, se nos descubre una nueva visión para contemplar desde allí la espesura del bosque –el otro, la sociedad, el mundo que nos rodea en su más amplio y rico abanico de matices–.

Las influencias musicales de la cantautora pueden ser percibidas por los oyentes a través de los once temas que integran este nuevo trabajo musical. Entre ellas destacan el folklore manchego –seguidillas manchegas y jotas, como botón de muestra– y la copla –el “Y sin embargo te quiero”–, como una de las coplas más populares interpretada en 1948 por Juanita Reina. Esta última, todo hay que decirlo, abordada con mucho gusto y perfecta afinación por Angelita de Letur, –madre de Rozalén– está bien presente, como no puede ser de otra manera, viniendo de la mano de una manchega de cuna. La presencia de la canción de autor no podía tampoco faltar donde las influencias de Silvio Rodríguez, Luis Eduardo Aute, Joaquín Sabina, Chavela Vargas y Jorge Drexler, entre otros, son más que evidentes.

La ranchera, el son cubano y el funk son estilos que la cantante ha ido también haciendo suyos conformando su propia identidad artística. En este último ha destacado con su videoclip más atrevido hasta la fecha, de su tema “El paso del tiempo” una celebración, a ritmo de funk noventero y discotequero, del paso del tiempo en nuestra vida, liberada de las ataduras impuestas por injustos e irreales cánones de eterna juventud.

El disco abre con un tema (“Este tren”) que invita a no dejar pasar las oportunidades que nos brinda la vida. El ritmo en valores cortos con el que inicia la batería nos evoca ya desde el comienzo ese paso veloz de nuestro tren vital. El recuerdo de amores pasados (“A tu vida”) que el corazón no logra olvidar encuentra su representación en el lento ritmo armónico del tema, una rueda de cuatro acordes que se van repitiendo –con el aporte melancólico que sugiere la séptima mayor en el acorde de tónica, junto a la incorporación de su familiar bandurria–, como la vuelta a aquellos instantes donde se fue feliz.

El camino interior en la búsqueda de respuestas (“Y busqué”) parece encontrar su grito de paz en la frase “La respuesta estaba dentro de mí” donde la melodía alcanza su clímax junto a una mayor densidad instrumental. El agradecimiento por aquellos que ya partieron (“El día que yo me muera”), despojado de desesperanza, encuentra su luz en el enérgico ritmo del son cubano. La necesaria integración personal como edificio indispensable que sustente toda obra artística (“La maza”), se halla en una exquisita y delicada interpretación –muy esperada por sus seguidores– con sutiles matices vocales e instrumentales.

La necesidad del autocuidado y amor propio se presenta a ritmo de alegre cumbia (“Que no, que no”) con el acompañamiento de la formación musical tropical mexicana “La sonora santanera”. Este tema fue compuesto para la película La boda de Rosa de Icíar Bollaín, que le ha traído el regalo del Goya a la Mejor Canción Original.

Encontramos otras sensaciones, como ponerse en los zapatos del otro –especialmente de los más vulnerables–, sin olvidar la propia historia (“La línea”), donde las voces sincopadas de los coros parecieran ser el grito de quienes, en el deseo de una mejor vida, encuentran tantas veces la muerte y la indiferencia como fatídicas pasajeras de viaje.

El valor de la amistad se plasma en una ranchera tecno, en colaboración con la también rasgada voz de la reconocida cantante chilena Mon Laferte, donde se perciben giros melódicos traídos del folclore manchego junto a unas voces muy bien empastadas.

Y descubrimos muchas sensaciones más, como la lucha por la dignidad y el respeto personal frente al yugo impositivo que coarta la libertad personal (“Loba”); la aceptación gozosa del ciclo vital natural (“El paso del tiempo”) a ritmo de funk junto al añadido de música electrónica para sorpresa de sus seguidores. A esto se suma el valor de las pequeñas cosas tantas veces desapercibidas que cobran importancia cuando la vida nos las arrebata (“Aves enjauladas”) –una canción nacida en las primeras semanas de confinamiento a causa de la pandemia COVID-19 con una melodía que atrapa desde el primer instante–, con una letra donde todos se reconocen y unos exquisitos arreglos instrumentales. Fue interpretada, por cierto, en uno de los capítulos de la reconocida serie Cuéntame, donde –dicho sea de paso– también ha participado poniendo su voz a la banda sonora.

No podemos tampoco pasar por alto el aporte de su compañera de viaje, Beatriz Romero, intérprete de lengua de signos, que permite así que la música de Rozalén llegue también a la comunidad sorda. Se trata de una clara apuesta por una música inclusiva, iniciativa que vio la luz pública en 2013 con el lanzamiento de su primer sencillo “80 veces” cuya gran acogida ha traído su continuidad en el tiempo, posibilitando el acceso a la cultura musical de todo público.

Además de su música, resulta sumamente interesante el cuaderno de campo que acompaña al disco de nuestra protagonista, realizado por la artista zamorana Alba Gabriel. También merece especial mención el cuaderno de ejercicios de “Búsqueda interior” realizado a raíz de la charla mantenida con la psicóloga, conferenciante y escritora Patricia Ramírez, con el aporte de los seguidores, tomando como hilo conductor la canción “Y busqué”.

Aunque los conciertos en directo encuentran todavía los obstáculos que la pandemia impone, nuestra cantante ya goza del privilegio de contar con una extensa lista en su gira –siempre cuidando todas las medidas de seguridad– por muy diversos lugares de nuestra geografía española, información a la mano de todos sus seguidores a través de las redes sociales de la artista.

Recientemente ha viajado hasta Galicia donde ha podido dedicarse en cuerpo y alma a lo que más ama –como ha compartido en su cuenta de Instagram–: “a la música, a la creatividad, a la belleza…”. Y lo ha hecho junto al dúo Fetén Fetén, compuesto por Diego Galaz y Jorge Arribas. El resultado ya puede disfrutarse en la web de RTVE.

Para quienes deseen conocer más sobre el proceso creativo de Rozalén, la entrevista del pasado 2 de marzo de 2021 –en el contexto del Ciclo “Así nacen las canciones”– dirigida por el periodista musical Fernando Neira no tiene desperdicio alguno. Durante la misma, la artista comparte sus influencias musicales, la génesis de algunas de sus canciones, e incluso sus primeros “pinitos” en la parroquia de su pueblo donde, para sorpresa de sus fans, interpreta una canción religiosa que cantó en una Confirmación a petición del párroco quien entonces la animó a poner al servicio ese don de la música que vio en ella. Para los amantes del dato, la canción se llama “El desierto” y es muy interpretada todavía actualmente durante el tiempo cuaresmal. La letra es de Vicky Ochoa, la música de la Fraternidad Misionera Verbum Dei, incluida en el CD Tengo sed grabado en España en 1984.

La música de Rozalén sigue sonando, poniendo palabras a lo que llevamos dentro –nuestro árbol– sin olvidar a todos aquellos –el bosque– necesitados de una ayuda que ha de brotar desde lo más profundo de nosotros mismos. Un viaje del yo hacia el tú, un viaje del que todos salimos ganando, de la mano de una cantautora que ha conseguido fusionar muy diversos estilos imprimiendo su propio sello personal.

Enrique Mejías Rivero

Ilustración de @albagabrielart

Publicado en agosto 2021

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