En la ópera también se sufre
En la ópera también se sufre
El tema del desamor a lo largo de la historia de la ópera
El drama siempre ha sido una de las preocupaciones más destacadas de toda la historia de la humanidad. Para muestra, un botón: la temática preferida de los escritores es, sin duda, el amor y desamor de los personajes de sus obras. Por ejemplo, la obra de María Dueñas, El tiempo entre costuras relata el ascenso y caída (sí, al igual que la ciudad de Mahagoony y Kurt Weill) de su protagonista, Sira. Pero ascenso y caída no solo en cuestiones económicas o sociales, sino también en asuntos amorosos. Nada más empezar el libro, por lo pronto, la protagonista se topa con el muro del amor, y el desamor hace que lo rompa con la cabeza. Esto también lo podemos encontrar en la música. De hecho, es el desamor el tema recurrente en las distintas radios musicales que sobrevuelan los aparatos reproductores de todo el mundo. No hay disco en el que no aparezca una canción en la que el o la cantante relate el fin de su relación amorosa. Da igual el género, de rap a pop. Cierto es que los letristas, en muchos casos, fantasean con expresiones muy desiguales tales como, por ejemplo, “El destino te traerá de vuelta a mí” o “Que te jodan, que te den”, pero lo importante es la temática. Puede parecer extraño, pero estas son las canciones que, en su inmensa mayoría, terminan siendo éxitos en las listas musicales del país.
Si cambiamos nuestras gafas de lo comercial por las de la música clásica encontramos exactamente lo mismo pero, esta vez, prescindiendo del lenguaje soez. Y en concreto en el mundo de la ópera, el teatro del mundo de la música. La experiencia me ha enseñado que las óperas con final trágico dominado por el fin de un amor truculento son las que terminan triunfando entre el público y figurando en el repertorio. En el mundo contemporáneo también el tema del amor y desamor aparece constantemente. Vayamos de la actualidad a la antigüedad: Faust-bal, del compositor catalán Leonardo Balada, nos relata la vida de una mujer perfecta tentada por el diablo y ayudada por Dios, al más estilo Fausto, pero modificado hacia un lado más surrealista y con un cambio de género de sus personajes (hay que tener en cuenta que el libreto fue obra del escritor Fernando Arrabal). Esta mujer se enamora de una amazona, enamoramiento que termina con la condena y posterior violación y muerte de Faustbal a manos de Margarito. La página en blanco, de la compositora madrileña Pilar Jurado, nos muestra un mundo en el que los hombres son los que deciden su destino, jugando con la vida misma. La obra termina con un amor imposible entre la protagonista y un compositor comatoso que finalmente muere. Los expertos en música contemporánea se preguntarán, ¿dónde está José María Sánchez-Verdú? ¿Acaso sus obras operísticas no son dignas de elogio? No, Sánchez-Verdú no aparece porque en su ópera El viaje a Simorgh el amor triunfa, así que no es tema de mi incumbencia
Si miramos un poco más atrás, nos encontramos con la ópera de Giacomo Puccini Tosca. En ella, al final, Cavaradossi muere y Tosca se suicida, por lo que el amor no logra triunfar como hubiera parecido que ocurriría a mitad del tercer acto. La bohème, también de Puccini, termina con la muerte de Mimì ante Rodolfo, acabando con el amor inconstante que el compositor de Torre del Lago nos muestra en el libreto. Yendo aún más hacia atrás, Wagner y Verdi nos presentan desamores considerables que han quedado en la memoria de todos cuantos han oído estas óperas: La traviata de Verdi y Tristan und Isolde de Wagner. En el primer caso, Violetta muere tras reencontrarse con Alfredo y comenzar de nuevo su relación amorosa, lo que les impide culminar su amor. En el segundo, Isolda vuelve junto a Tristán antes de la muerte de éste, lo que les impide desarrollar su relación, una de las causas por las que Isolda se transfigura y muere.
La historia de la ópera nos muestra continuamente desamores, y detenemos nuestro viaje en los años de Mozart. El ejemplo más claro se puede ver en su ópera Don Giovanni. En ella, uno de los personajes, doña Elvira, termina la ópera retirándose a un convento para terminar sus días después de que don Giovanni le rompiera el corazón con frialdad. Para más tortura de este personaje, sus compañeros encuentran el amor, como en el caso de doña Ana y don Ottavio.
Pero no es necesario mirar a nuestro alrededor para encontrar referencias, sino que también los tenemos dentro de España. Sin duda se puede destacar La vida breve de Manuel de Falla, en la que no solo encontramos desamor, sino también engaños amorosos, lo que le da mayor truculencia a la trama. La Dolores, de Tomás Bretón también incluye un drama amoroso en el que un sacerdote asesina al hombre que tortura psicológicamente a Dolores con sus palabras, dejando a la protagonista en situación marginal ante un pueblo conservador de provincia como lo era Calatayud en el siglo XIX. ¡En la zarzuela también existe esta temática arrebatadora y conmovedora! La zarzuela, un género que, tradicionalmente, representa la alegría del país y la imagen más castiza y bizarra de la sociedad española, incluye el desamor. Por ejemplo, la mítica zarzuela de Torroba Luisa Fernanda, en la que la protagonista acaba desolada, rechazada por su enamorado debido al acoso continuo de un antiguo amor. A parte de esta mítica zarzuela del maestro Torroba, Los amores de la Inés, del también gran maestro Manuel de Falla, incluye un auténtico lío amoroso a dos bandas. ¿Que acaba bien? Eso da igual, lo importante es que el conflicto amoroso está ahí, en el argumento.
Tradicionalmente, la frase “el amor todo lo puede” se empleaba para crear un final memorable para el público pero, en el ámbito operístico, encontramos que desaparece para dar paso a un final carente de elementos que aporten sentimientos amorosos al argumento. Al igual que los griegos hacían en sus obras escénicas, los compositores de estas óperas emplean elementos para provocar la catarsis del público, produciendo cierta lástima hacia los personajes que no han logrado su objetivo para alcanzar la felicidad. ¿Quién no se ha sentido compadecido por Rodolfo a los pies de Mimì mientras ésta se encuentra en su lecho de muerte? ¡Mucha gente, sin duda! Pero yo no. Hablamos de un melodrama, no de una comedia, por lo que es de esperar este final. El público debe de conocer el género al que corresponde la obra en cuestión. Nadie va a ver Tristan und Isolde para echar unas risas o nadie va a ver Il barbiere di Siviglia para llorar de pena. No, no y NO.
Javier Sastre González
Ana Sánchez Juan.