Entrevista a Eli Martín
Eli Martín
“Yo ni fumo, ni bebo, ni me drogo. Yo grabo vídeos”
El barrio madrileño de Marqués de Vadillo tiene cosas buenas y malas, pero entre las buenas se encuentra Eli Martín. Rodeado de, aproximadamente según él, diez mil películas ordenadas en estanterías, una colección descomunal de Los Goonies y su perrita, Goonie Martín, vive el hombre tras la cámara pegado a la primera fila de los escenarios de Madrid. Su poblada y peculiar barba, así como su gentileza y profesionalidad, ornamentan un archivo músico-cultural andante ubicado en su cabeza. Más de 20 años con la cámara en mano, de concierto en concierto, y un canal de YouTube digno de la Filmoteca Española. No hay grupo musical, famoso o no, que no lo conozca o le haya pedido algún que otro favor. Director de Producciones y Punto, actual productor audiovisual de OchoyMedio Club y cámara de televisión en momentos clave como las elecciones catalanas o el mundial de fútbol, no duda en opinar sobre la escena underground madrileña, sus grupos, su pasado, presente o futuro. Toda una referencia en cuanto a cultura musical en los últimos años, aunque le guste pasar desapercibido.
Me siento obligado a preguntar: ¿Qué concierto grabas hoy?
Nada.
No me lo creo.
[Se ríe]Hoy no tengo concierto, me lo tomo de descanso. Llevo mucha tralla estas semanas, sobre todo después de los bolazos de Cosmo K, La Bien Querida, el Tres a las Tres del OchoyMedio con Lori Meyers el pasado fin de semana… Ahora estoy de resaca musical. El próximo sábado lo retomo con Lendakaris Muertos.La pregunta que se hace todo el mundo cuando sale tu nombre en cualquier conversación es ¿cómo es un día normal en la vida de Eli Martin? Porque estás en todos los sitios.
Dura más de 24 horas, la verdad. Si nos planteamos que paso más de 20 despierto, la cosa se pone intensa. Me levanto pronto, me pongo a editar conciertos u otros proyectos como videoclips, documentales… A medida que avanza el día me informo de conciertos y actividades que me interesen para ir a cubrirlos y… nada, editar y editar vídeo hasta la madrugada, salvo cuando estoy grabando.
Me da miedo preguntarte la cifra, pero ¿cuántos conciertos crees que habrás grabado solamente en Madrid este año?
Aquí puede que unos 300 conciertos. En total calcula: llevo 20 años en esto, por unos 300 al año [Nos interrumpe un sonido de WhatsApp. Dos invitaciones para que grabe un par de conciertos por la noche] Creo que en mi vida habré grabado por lo menos cuatro o cinco mil conciertos.
Si hay algo que guardas muy bien son tus contactos con grupos y artistas famosos. Supongo que la cifra también puede asustarme.
No te podría decir un número. Conozco a casi todos. A la mayoría de los que hoy son mainstream, con mayor o menor grado he tenido trato con ellos, aunque no pueda considerarlos colegas a todos. Lori Meyers, Dorian, Love of Lesbian… Con Love of Lesbian trabajé en su DVD 1999. Al final te conocen y con algunos tienes más confianza que con otros: soy amigo de Dorian, a quienes conozco desde que empezaron, como a Lory Meyers aunque seamos solo conocidos. Menciono a estos tres, pero hay muchos.
¿Qué querías ser de pequeño?
Ahora me gustaría ser pequeño [se ríe]. Supongo que futbolista, como el resto de niños. Mis padres y abuelos me llevaban al videoclub y me dejaban verlo todo y alquilar películas todos los días. Me empapé mucho de cultura audiovisual y al final quería hacer cosas así.
Pero al final estudiaste biología.
Estudié biología porque cuando me tocó elegir pensé que se me daba mejor. Al final descubrí que no me gustaba nada, así que pensé en acabar la carrera y dedicarme al audiovisual, aunque me horrorizaban los documentales de naturaleza. Lo que más me apasiona es editar, pero para llegar a saberlo tuve que hacer muchos trabajos de cámara e ir descubriendo poco a poco el montaje digital. Casi llegué a los treinta hasta saber lo que quería ser. Me gusta mucho la música, pero no sé cantar, no tengo oído, y grabar conciertos o videoclips era una forma de estar vinculado a este mundo. Siendo realista, me gusta mucho más el mundo de la música que el del cine. Lo que más me gusta del cine es el montaje. En el mundo de la música, el montaje lo puedes combinar con los videoclips y me gusta mucho más.
¿Crees que se cuentan más historias, o al menos de mejor manera, en el mundo de la música que en el del cine?
En el mundo de la música depende de los grupos. Cuando estos dependen de discográficas muy grandes no, pero cuando bajas al underground tienen más libertad y pueden expresar muchas ideas. Hay momentos en los que puedes contar muchas cosas y como te dé la gana. El mundo del cine es mucho más encorsetado porque dependes de mucha gente. Es complicado encajar una película rara en una taquilla. En la música al final son dos minutos de canción y es más fácil.
Si hay algo que te define personal y profesionalmente es tu canal de YouTube como leitmotiv de vida. ¿No estás ya cansado de tanta actividad a cambio de nada? Me refiero a aquello del arte por el arte. Más concretamente a los pocos ingresos que genera un canal con cuatro mil suscriptores.
Mi niño [se ríe cariñosamente], Canalypunto, donde voy subiendo todos los conciertos que puedo grabar de la escena underground aquí en Madrid. Probablemente soy el canal con más rendimiento y contenido. Por esto me llaman a reuniones de YouTube aunque no llego al mínimo de suscriptores. Hablamos de mil vídeos al año de media. Me gusta pensar el canal como una biblioteca de la escena, un archivo audiovisual de grupos que aparecen y desaparecen, que a veces no tienen repercusión y no graban nada, se evaporan. Eso está ahí. Llevo grabando desde 1997. Como es algo que me gusta no me cuesta. Grabaré hasta que tenga otras prioridades.
Hablando de la escena underground, tu segunda casa, ¿cómo la definirías?
Como gente que se mueve y que hace lo que realmente le gusta, que no busca nada que no sea su propio disfrute. No busca gustar a todo el mundo, esto es lo importante. Es no venderte, mantener tu forma de ver el mundo de la música y luchar por ello. Por ejemplo, mojándome, ahora mismo uno de los grupos que creo va a ser de los más importantes en los próximos años es Carolina Durante, cuatro de chicos de 18 años que escriben letras con las que yo, con 40 años, me siento identificado. Cuentan su propia vida, no buscan conmover al público porque sí.
¿Quién es Eli Martín dentro de la escena?
Pues es el Barbas, el de la primera fila en los conciertos. Quiero pensar que caigo bien [risas]. Un loco que no quiere perderse nada y que graba a grupos que a veces gustan a dos personas y otras que interesan a doscientas mil, pero que intenta hacerlo con mucho cariño en todo caso, excepto para Young Beef [se ríe de nuevo].
Cuenta la leyenda urbana que lograste ser conocido en la escena gracias a unas zapatillas de colores.
[Se ríe a carcajada limpia] El rollo es que no me da vergüenza casi nada. Yo iba mucho a los festivales y allí hay mucha gente trabajando, así que pasaba desapercibido. Sí que era conocido como el Barbas que estaba por allí y que luego contactaba con todos los que conocía por myspace. ¡Madre mía qué viejo soy! En 2003, iba a asistir con un colega a un festival y no sabía qué calzado ponerme, así que me presenté con una zapatilla de cada color y así seguí durante años. Empecé a no pasar desapercibido, porque era el Barbas que luego escribía por myspace con zapatillas de cada color. Al final eso me dio publicidad y contactos. Hay veces que me ha saludado algún miembro de un grupo famoso y no lo he conocido [vuelve la carcajada].Tus vídeos tienen un sello personal.
Sí, a veces la gente me dice que me muevo mucho, pero me gusta plasmar toda la esencia del concierto. Se notan mucho los vídeos que son míos. A veces me dicen que deje de grabar y disfrute el concierto. Yo realmente lo disfruto grabando.
Como has dicho, no tienes estudios musicales, pero podrías ser perfectamente el Julio Ruiz de la escena underground madrileña. En estos momentos, Guille Milkyway es profesor en Operación Triunfo. ¿Te gustaría pertenecer al mundo académico y salir de la primera fila del escenario? ¿Escribir un libro?
Soy de la personas en España que más conciertos haya visto, supongo. Aunque no tenga conocimientos musicales sí que tengo capacidad para saber lo que funciona y lo que no, pero no llegaría nunca al nivel de Guille Milkyway, por ejemplo. El año pasado elaboré una lista de los mejores 20 discos del año y mucha gente me pidió publicarla, porque me ven como alguien con autoridad y conocimiento como para que interese mi opinión. Pero, respondiéndote, no sería capaz de llegar al academicismo o escribir un libro. Sí que podría dar mi opinión sin ningún problema, desde mi experiencia y conocimiento después de años en este mundo.
Ya que presumes de conocimientos [ambos reímos el sarcasmo], ¿crees que la etiqueta a underground se está utilizando para ser vendida como la nueva antesala del pop?
Creo que no. El underground es todo. Sí que salen muchas bandas abanderadas de la escena que pecan de falta de honestidad. El caso de Las Odio por ejemplo, que en un momento fueron abanderadas del underground por su vertiente feminista y me da rabia. Su proyecto es suficientemente interesante para que solo las pongan en los medios por este tipo de cosas, que también. Creo que esto perjudica más que beneficia. Sí que te conoce más gente, pero no sé hasta qué punto es beneficioso musicalmente y para la propia reivindicación. No creo que la etiqueta underground no pueda ser pop, rock, trap… son niveles distintos.
¿Qué efectos tienen tus vídeos sobre grupos que no son conocidos?
Me parece muy bonito a veces cuando subo vídeos de grupos que no son conocidos y, gracias a ello, consiguen conciertos o incluso fichar por alguna discográfica. Por ejemplo, con el grupo Burofax, grabé su primer concierto y a la semana de subirlo se pusieron en contacto con ellos y tocaron por mil sitios. Con Carolina Durante en su primer gran concierto en el OchoyMedio, el único material que había antes en la red eran mis vídeos y la gente se sabía las canciones. El público había visto todos los vídeos que les había grabado. Eso es lo bonito del canal y lo cual demuestra la labor cultural que realiza.
¿Cómo consiguen trascender del underground al pop o mainstream grupos que comienzan en salas pequeñas, a veces con tus vídeos como primer material? Por ejemplo, se me ocurren Las Odio o Las Chillers como víctimas, en el buen sentido, de tus vídeos.
Quién sabe. Es la magia de este mundo. A veces, de pronto, pasa algo y te haces famoso. Siempre cuento el ejemplo de Pignoise, a los que grabé desde el comienzo cuando no los conocía nadie. Fueron a cubrir un bolo sustituyendo a otra banda, con la suerte de que se encontraba alguien de Gestmusic allí. Le gustaron y los contrató para Los hombres de Paco. Las Odio, por ejemplo, como abanderadas del feminismo hacen un par de temas potentes que encajan y empiecen a ser coreados hasta rodar por festivales. Tigres Leones hicieron un videoclip que se hizo viral y empezaron a asistir a festivales también. Por lo general empiezan de la nada, van gustando, van ganando adeptos y acaban reventando cualquier sala o festival. Cuando se dan a conocer por mis vídeos, la satisfacción es máxima.
Si hablabas de que el underground es libertad … ¿A cuántos grupos has visto desaparecer por culpa de la maquinaria discográfica?
Uf, muchos. Sobre todo por las multinacionales Warner, Music o Universal. Se los comen. Hacen lanzamientos de grupos de forma masiva. Les venden la moto de que van a ser el nuevo Canto del Loco y los dejan en stand by hasta que mueren, porque llega un momento en el que no pueden seguir más. También es frecuente esto en otras discográficas más pequeñas, que hacen contratos blindados masivos y luego apoyan a cuatro grupos, mientras que los demás miran sin poder hacer otra cosa.
¿En qué momento crees que está la escena underground?
Va fluctuando. Hemos tenido tres o cuatro años increíbles, con nacimiento de grupos muy destacables como Tigres Leones, Esquimales, Los Putos Frimans… Luego desaparecen y aparecen otros. Pero siempre hay movimiento continuo. Es verdad que instituciones como La Fonoteca o Madrid Radical apoyaban mucho la escena estos años atrás, aunque ahora esto está un poco desinflado porque no se puede estar siempre al pie del cañón.
Has realizado el grafismo de un documental sobre la movida, llamado De un tiempo a esta parte, dirigido por Beatriz Alonso Aranzábal, guitarra del grupo madrileño Los Monaguillosh, uno de los más conocidos durante la movida. En él se desmitifica un poco todo el carácter político que se le ha dado a la movida, aunque sí que se reconoce un interés por Calvo Sotelo de que ese movimiento musical no se perdiese nunca. ¿Crees que la situación política de alguna manera influye en activar la llama de esta dimensión cultural o no afecta para nada?
A veces sí. Hay muchos grupos que nacen a partir de la situación política. Grupos como El Pardo nacen como necesidad de luchar contra el PP, por ejemplo. La política influye bastante en el modo de ejercer la música. Fluctúan a la vez, al menos aquí en Madrid, que es lo que conozco. Aunque haya muchos grupos que no están relacionados, sí que influye. La normativa de conciertos, prohibir cosas, cerrar salas… Todo cuenta.
Hay mucha polémica acerca de los límites de la libertad de expresión en el terreno de la cultura en nuestro país. Hemos visto cómo César Strawberry ha sido condenado por un tuit. ¿Cuántos grupos irían a la cárcel si la fiscalía se pasease por las pequeñas salas?
Prácticamente casi todos, no solo los grupos. Iríamos todos. Por una cosa o por otra. Es vergonzoso que a día de hoy nadie pueda expresar lo que siente. No hay que prohibir. Hay grupos que me horroriza lo que plantean, pero prohibirlos ya supone actuar con la misma naturaleza oscura que lo que se quiere erradicar. A cada uno le ofende una cosa. Me parece lamentable medir con distinta vara unas cosas y otras.
¿No crees que las nuevas normativas en cuanto a la libertad de expresión en nuestro país van ligadas con el nefasto nivel de educación?
Sí, totalmente. La educación es clave. Me parece más bochornosa una educación a través del trap que diga “mira cómo muevo mi culo, quiero que me des por detrás” que otra que diga “abajo los putos borbones”. Evidentemente, creo que si te esfuerzas en ofrecer una educación de calidad, por mucho que no te guste la familia real, en ningún momento vas a ir a poner una bomba en la puerta de su casa porque entiendes la sátira. En cambio, un niño sí que puede comportarse como dice la canción de trap porque no entiende nada. En el caso del trap, que ha pegado muy fuerte en los niños, es necesario que los padres hagan control y expliquen a sus hijos lo que están viendo siempre que les permitan escucharlo, hablarles de qué se trata todo este universo del trap. No es necesario prohibir nada, simplemente educación y nada más.
¿Cambiarías tus cámaras por el dinero suficiente como para no tener que volver a editar vídeo y subirlos a YouTube? Podrías dedicarte a ver solamente Los Goonies todo el día.
No. Ojalá un día tenga suficiente dinero para poder dedicarme a lo que yo quiera en cada momento, en general. Pero a día de hoy no gano dinero con el canal. Es una forma de vida. No creo que pueda alejarme nunca de los conciertos y de grabarlos.
¿Mantita y peli de Los Goonies o el mejor concierto de tu vida?
Uf… difícil [se ríe a carcajadas]. Supongo que iría al concierto porque Los Goonies puedo verlos siempre.
Miguel Parra Bueno
Fotografía: LaFonoteca.