Mástil de ajedrez. Roberto García

Crítica
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Mástil de ajedrez

Jaque mate

 

Fantasía húngara, J. K. Mertz; Sonatina, L. Berkeley; Sonata, Antonio José. Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, Sala Manuel de Falla, 24 febrero 2011. Solista: Roberto García.

Escenario, público, intérprete, luces, aplausos, silencio; sonido, música. Indudablemente todos estos elementos forman parte integral del concierto, como formato de espectáculo público, pero es su naturaleza modulante, así como la relación y correlación entre los factores, tan susceptibles al cambio, lo que hace que cada concierto sea diferente, y que todos ellos sean únicos. Es así como la tarde del 24 de febrero la Sala Manuel de Falla del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid presenció la actuación del guitarrista Roberto García.

Una sala que iba ocupando sus butacas ante la mirada expectante de un asiento vacío, asiento que circunscribía los límites entre la concentración y la impaciencia, y límites que fueron quebrantados instantáneamente tras la particular y enérgica salida del intérprete. De esta forma, y ante la espera del caprichoso claroscuro entre escenario y auditorio, comenzaron a sonar cual halos de luz, resplandecientes, los primeros acordes de la Fantasía húngara de J. K. Mertz. Sonidos contundentes que, fogueados, atravesaban el contraste luminoso doblegando súbitamente la barrera de la indiferencia, cautivando así, desde un primer momento, a un público que era introducido poco a poco, de un modo casi hipnótico, en lo que se convirtió en un auténtico juego sonoro cuyo estatuto ponderó como base reglamentaria todo un arcoíris musical.

Un pasatiempo sonoro que bien puede compararse con el suceder de los acontecimientos en un conocido y célebre juego, el ajedrez. En él, desde que es movida la primera pieza, ya se está determinando la partida completa, y de ese modo, nuevamente con cada movimiento, con cada jugada. Así, este entramado es, por analogía, reflejo del proceso artístico en general, y del desarrollo de la interpretación musical en particular. De esta manera, si se entiende cada recurso o elemento musical –adscrito al campo interpretativo por parte del ejecutante–, como si de las fichas de ajedrez se tratase, cada movimiento, esto es, cada decisión –independientemente de por qué venga motivada– va a ir determinando el resultado final de la obra. Así, la Sonatina de L. Berkeley daba paso al “medio juego” de la partida en la que la oscilación de matices, el balanceo de dinámicas, la variedad de timbres, o la coexistencia pasajera de caracteres iban formulando, sonido a sonido, la individual idea del intérprete.

Esta concepción fue enaltecida y llevada a su extremo con la Sonata de Antonio José, con la que un tan enérgico como celestial y cautivador comienzo, daba paso a un expresivo “Minueto” que desembocaba en una contemplativa y reflexiva “Pavana triste”. Tristeza y melancolía que trasladaban al oyente a un mundo lejano, abandonado, con ciertas pinceladas delirantes que acariciaban una atmósfera que se desintegró súbitamente con el concluyente y afirmativo “Final”. Así, se configuraba una extraordinaria versión cuya meditada concepción revertía en la música, y viceversa, transmitiendo todo ello a través de un sonido cálido, redondo, noble y bien cuidado.

Por último, el jaque mate al concierto fue E. Satie y su Gnossienne No. 1, regalo que Roberto García ofreció fuera de programa. De esta forma, obsequió al público con su sonoridad más pura y cristalina, concentrando la expresión del instante en una naturaleza de timbres inmediatos, sonidos evanescentes y momentos singulares que mostraron su identidad más personal.

Es así como un escenario concreto, un público determinado, un intérprete preciso y una luz específica que inspira un silencio que se confunde con los sonidos, con la música, con los aplausos, y en definitiva, con la eventualidad de las circunstancias, hicieron que esta partida no sea una más, esto es, un recital más, sino un concierto para el recuerdo.

Noelia Frías Hernández

Artículo publicado originalmente en Jugar con fuego. Revista de musicología

Archivo histórico: entre febrero 2011 y enero 2012

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