Jazz y/o música de Nueva Orleans
Thats It!, Preservation Hall Jazz Band, Legacy Recordings, 2013.
El jazz nació en Nueva Orleans. O al menos eso afirma la historiografía del género. Hace unos años el célebre trompetista de la ciudad de Louisiana, Nicholas Payton, defendía en un sorprendente manifiesto en su blog que “el jazz murió en 1959 [ ] Yo toco música posmoderna de Nueva Orleans [ ]. Mis antepasados no tocaban jazz, tocaban música de Nueva Orleans tradicional, moderna y de vanguardia. Yo no toco jazz”. A comienzos del siglo pasado, genios como Jelly Roll Morton o Louis Armstrong crearon allí un nuevo lenguaje que ha permanecido de manera más o menos visible en toda la música posterior, llámese jazz o música de Nueva Orleans. En este sentido Preservation Hall Jazz Band es una de las bandas que más viva mantienen esta tradición hoy en día, sin dejar por ello de sonar actuales en pleno siglo XXI.
La PHJB fue creada en 1961 por Allan y Sandra Jaffe en torno al centro Preservation Hall, dedicado a la protección, preservación y perpetuación de las tradiciones de Nueva Orleans. La banda se convirtió en un punto de integración y encuentro para todos aquellos músicos, independientemente de su raza(algo destacable en los días de las leyes de segregación racial de Jim Crow), que cultivasen la música de esta ciudad, un tanto denostada en esos días tras la irrupción de las nuevas corrientes del jazz (o de la música moderna y de vanguardia de Nueva Orleans según Payton). Comenzó dando pequeños conciertos en el propio Preservation Hall, pero no tardó mucho tiempo en adquirir una gran popularidad que le llevará a girar primero por EEUU y después por el resto del mundo, convirtiéndose a finales de los años 60 en uno de los grupos de referencia del género. A día de hoy, y a pesar del irremediable cambio de miembros, sigue siéndolo. Ben Jaffe, hijo de los fundadores, es ahora el líder y director creativo de la PHJB y mantiene impoluto el espíritu de la banda que sus padres crearon hace hoy 54 años.
That’s It! es su último lanzamiento discográfico y es una de las mejores muestras de la pervivencia de estas tradiciones musicales hoy en día, así como de la versatilidad y talento de una de las mejores bandas que trabajan este género. El espíritu de Nueva Orleans impregna el disco de principio a fin, sin embargo se encuentra inteligentemente integrado con elementos de otros estilos (soul, jazz moderno, música latina ) y repartida entre diversos formatos (marching band, conjunto de jazz con piano y contrabajo, alternancia de piezas vocales e instrumentales, etc.), sin perder un ápice de calidad en ninguno de ellos. Todo ello, junto con los detalles propios de la producción (que corre a cargo del propio Ben Jaffe y de Jim James), hace que el álbum se integre perfectamente en el difícil abanico musical que se nos presenta en esta segunda década del siglo. That’s It! es también el nombre del single y primer corte del disco y, como no podía ser de otra manera, es el ejemplo idóneo de la modernización de este lenguaje tradicional. Mantiene el formato de las brass bands habituales en los desfiles de Nueva Orleans (sección de vientos + batería y percusión) y toma rasgos del lenguaje propio de estas, como el ostinato en la tuba apoyado por la percusión o la importancia del frullato de los vientos en la melodía. Sin embargo el carácter de esta y del acompañamiento y, sobre todo rasgos de producción como la importancia que tiene la batería en la mezcla, hacen que el tema suene perfectamente actual. El álbum incluye otros cortes más apegados a la tradición como “Rattlin’ Bones”o “Dear Lord (Give Me the Strength)”, que nos recuerda inequívocamente a la música de los famosos pasacalles y entierros de la ciudad de Louisiana. Otros temas como “I Think I Love You” o “Halfway Right, Halfway Wrong” presentan una gran influencia del mundo del soul, con elementos claramente heredados de la música de Ray Charles o Aretha Franklin. El séptimo tema del disco, “August Nights”, sigue el concepto más clásico de balada de jazz en el que sobre una base de contrabajo, piano y batería con escobillas se alternan las partes cantadas con las improvisaciones del saxofón y trompeta. La otra balada instrumental, “Yellow Moon”, adquiere un aire funerario y un tanto sureño (gracias a la introducción del banjo), aunque combinado con una orquestación algo más moderna. El álbum se cierra con una pieza a piano solo, “Emmalena’s Lullaby”, en la que aparecen numerosos rasgos latinos como el ritmo de habanera o determinados perfiles melódicos. Además está tocada con el llamado piano honky, tipo de piano que caracterizó el sonido de la música ragtime y que relaciona la pieza con la extensa historia de la música popular norteamericana.
El trabajo de Ben Jaffe es imponente, ya que va desde la grabación de la tuba, el contrabajo, el banjo o la percusión; a la producción y dirección artística, pasando por la composición (o co-composición) de todos los temas. También cabe destacar la labor del trompetista Mark Braud, que ejecuta sin duda los mejores solos del disco en los temas “That’s It!” y “Rattlin’ Bones”.
Nicholas Payton, en ese mismo manifiesto, afirmaba: “Nuestra finalidad en este planeta es evolucionar. La Edad de Oro del jazz se ha terminado. Dejadla marchar”. Pues bien, sea jazz o no, el trabajo que Jaffe y compañía nos proponen en That’s It! es un ejemplo de la evolución de la música de Nueva Orleans y de cómo es posible hacer de ella un repertorio actual, en plena década de 2015, sin dejar de ser fiel a su espíritu original. Tal vez el jazz muriera en 1959, pero sin duda discos como este demuestran que actualmente se sigue haciendo muy buena música de Nueva Orleans.
Rodrigo García Sevilla
Imágenes tomadas de: http://www.hellhoundmusic.com/preservation-hall-jazz-bands-thats-it-produced-by-jim-james-and-ben-jaffe-out-july-9th/ y http://www.oakcreeknow.com/userstoriessubmitted/129523698.html.