La lira de Trías

Crítica
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La lira de Trías

El canto de las sirenas o la música más personal

El canto de las sirenas, Eugenio Trías, Editorial Galaxia Gutenberg – Círculo de lectores (2012), ISBN: 978–84–15472–04–9.

Aún con el sabor amargo de su reciente fallecimiento, vemos surgir la reedición del que fuera opus ultimum de uno de los más prolíficos filósofos españoles de los últimos tiempos, El canto de las sirenas de Eugenio Trías. En realidad no se trata de su última obra, como muchos creíamos, ya que en los próximos meses Galaxia Gutenberg publicará un ensayo póstumo de Trías sobre el cine que junto a la música y la literatura podríamos considerar sus grandes aficiones, si bien la palabra “aficiones” se nos queda corta.

El texto en sí permanece incólume desde aquel año 2007 en que apareciera su primera edición, aunque los editores han decidido que esta vez su presentación se haga en pasta blanda y, por ello, a un precio más asequible. Acertada reedición, que no revisión, que nos vuelve a dar la oportunidad de acercarnos en unos momentos tristemente oportunos a una de las obras fundamentales del pensador con afán de difusor que fue Trías. Éste, ya en su momento, consiguió que su libro, que podríamos tomar como una coherente continuación de La imaginación sonora (2010), alcanzara las listas de libros de no-ficción más vendidos, algo sorprendente para un texto que podríamos calificar de “literatura filosófica”.

Pero, ¿qué es lo que hace que un lector medio, no habituado a la lectura de la filosofía o el ensayo, se fije en este libro? Se ha repetido ad nauseam su capacidad de fusionar la filosofía y la música, y el propio autor ha manifestado el atractivo objetivo de “querer hacer una historia de la cultura, una historia de las ideas en clave musical, con la música como hilo conductor”… y todo ello es verdad. En cierto sentido recuerda en su formato a otras colecciones de ensayos como Escucha esto de Alex Ross, por mencionar una obra reciente de este tipo, lejos de la tan manida y afortunadamente olvidada estructura cronológica. Pero salvando las distancias, que son muchas, lo que queda a lo largo de la lectura de las más de 900 páginas que componen El canto de las sirenas es su carácter subjetivo. Trías opina, defiende al Strauss posterior a El caballero de la rosa, distingue al Beethoven más apasionado del de los últimos cuartetos (y se queda con su spätstil), reconoce recurrir a Mendelssohn en los momentos más bajos de su enfermedad y es capaz de dedicarle el capítulo más largo del libro –unas 70 páginas– a John Cage. Eugenio Trías se narra a sí mismo, escribe lo que le hubiera gustado leer. Si bien es este aspecto personal lo más sobresaliente del libro, también destaca por otras muchas cualidades, empezando por el hecho de ser uno de los pocos casos –mencionaremos a Nietzsche, Adorno, Schopenhauer, Pitágoras o Platón– en los que un filósofo de dilatada carrera se ha acercado a reflexionar sobre la música como base sobre la que crear todo un discurso en relación con las ideas de nuestra cultura occidental. Por otro lado está la magnitud del texto, y no nos referimos al número de páginas que lo componen, sino a la envergadura de su contenido. No existe una división de facto en la estructura del libro, pero sí se intuyen dos partes: una inicial que abarcaría desde Monteverdi hasta Debussy y una segunda, más compleja, que partiendo de Schoenberg llega hasta Xenakis. Trías rompe la fatídica costumbre de no escribir sobre la música más allá de la Segunda Guerra Mundial. Y es en el estudio de estos últimos compositores, en donde el autor parece encontrarse más seguro, los que sin duda le sirven como objetos de estudio más idóneos para lo que se propone: sugerir relaciones en una lectura casi-interdisciplinar de las artes con base en la música, como ya hiciera en La edad del espíritu (1995), sustituyendo en este caso la música por la religión –también muy presente en Sirenas– en su visión más ecuménica.

Si el poder de la música, en la versión latina del que es su mito fundacional, Orfeo, hacía que todo en el infierno se parase, fuera la rueda de Ixión o la roca de Sísifo, el texto de Trías se erige en lira para detenernos en jardines de ideas sugeridas y, a la par, agitar nuestras actitudes.

Ana M. del Valle Collado

Publicado en marzo 2013

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