Un notable Ariodante
Ariodante, ópera en tres actos, versión concierto. G. F.Handel. Auditorio Nacional de Música, 4 de marzo de 2012. S. Connolly, K. Gauvin, M. N. Lemieux, S. Puértolas, M. Brook, N. Phan. Director: Alan Curtis. Il Complesso Barocco.
Madrid fue el escenario elegido por Alan Curtis para dar comienzo a la gira europea del año 2012, que ha paseado por los teatros de Ámsterdam, Rotterdam, Viena, Vichy y París el Ariodante handeliano que grabara en estudio en el año 2011.1
Hasta unos días antes, el reparto era casi idéntico al de la grabación discográfica. Únicamente faltaba a la cita el sobresaliente tenor finlandés Topi Lehtipuu, cuyo papel de Lucarnio sería asumido por Nicholas Phan. Sin embargo, poco antes del esperado acontecimiento se caía del reparto la mezzo Joyce DiDonato, encargada del papel protagonista, debido a problemas de salud. La diva norteamericana, cuya dedicación al repertorio barroco en los últimos tiempos es creciente, fue sustituida por la mezzo británica Sarah Connolly, quien completó un príncipe Ariodante notable del que hablaremos a continuación.
Pero antes de entrar de lleno con el concierto en sí, es de justicia que paremos un momento a hablar de la grabación que en 2011 vio la luz para el sello Virgin, pues tanto las virtudes como los defectos de la misma están presentes en la interpretación en directo que tuvo lugar en Madrid.
Lo primero que hay que decir es que, aun tratándose de una grabación interesante que aporta muchas luces y pocas sombras, no puede resistir la comparación con la versión referencial del Ariodante que grabara Marc Minkowski para DG Archiv, editada en 1997. Y no la resiste entre otras razones porque la de Minkowski es probablemente una de las tres o cuatro mejores lecturas que de una ópera barroca se hayan hecho nunca (lo cual no es decir poco si se tienen en cuenta joyas del tamaño del Giulio Cesare de Jacobs [1991, HM], el Rinaldo de Hogwood [2000, Decca], o el Faramondo de Fasolis [2009, Virgin] o el Tolomeo del propio Curtis [2008, Archiv]).2
Y es precisamente la dirección de Curtis la que sale peor parada en la comparación, puesto que los repartos vocales son, al menos, equiparables (a pesar de que la Von Otter en la versión de Minkowski se impone claramente en su pugna con DiDonato). Siempre se le ha reprochado a Curtis (y no sin razón) su falta de nervio y la escasa energía que caracteriza sus lecturas operísticas handelianas.
Dicho esto, entremos a comentar más en detalle lo vivido en el Auditorio Nacional. En conjunto podemos calificar la velada de notable, con una Karina Gauvin y una Marie Nicole Lemieux en los papeles de Ginevra y Polinesso que rindieron por encima del resto.
La incorporación de última hora, Sarah Connolly, fue una digna sustituta de DiDonato. De un estilo más recatado que la canadiense, la británica encarnó un Ariodante emocionado y emocionante, con momentos ciertamente brillantes como el “Scherza infida” y el “Cieca notte, infidi sguardi”, sin olvidar un maravilloso “Tu, preparati a morire” que fue de lo mejor de la velada. Su sobriedad y elegancia a partes iguales dieron vida a un gran Ariodante.
En cualquier caso, las estrellas de la noche fueron, por este orden y para quien esto escribe, las canadienses Lemieux y Gauvin. La contralto, en absoluto estado de gracia, nos brindó una sublime interpretación en el rol del tirano Polinesso, haciendo gala de una teatralidad y de una técnica al alcance de pocas. Su voz, muy sólida en los registros graves, resulta muy adecuada para dar vida al “malo” de la historia y demostró gran habilidad para abordar las coloraturas en cada da capo. Momentos cumbre de su actuación fueron el “Spero, per voi” (una de las mejores arias de la obra) y, sin ningún género de dudas, un “Dover, giustizia, amor” que a más de uno nos puso la piel de gallina con esa entonación furibunda y apasionada que hizo las delicias del público durante toda la función.
El papel de Ginevra corrió a cargo de Karina Gauvin, otro de los puntos fuertes del reparto. La soprano canadiense demostró que posee un potente instrumento capaz de llenar la difícil acústica del Auditorio Nacional. Voz también bella y de precioso color, con unos magníficos agudos limpios y redondeados, que ha dejado para el recuerdo una interpretación memorable de “Il mio crudel martoro”. No menos genial se mostró en el emocionante “Morte, dove sei tu, che ancor non moro?” que arrancó la ovación del público antes incluso de que finalizara la partitura.
Alrededor de las tres grandes protagonistas se desenvolvieron correctamente Matthew Brook (Rey de Escocia), Sabina Puértolas (Dalinda) y Nicholas Phan (Lucarnio). El más entonado de los tres fue el bajo británico, con una voz grande y poderosa que completó un destacado “Al sen ti stringo”. Algo más flojo estuvo el tenor Nicholas Phan, un tanto fuera de estilo pero de voz fresca y fácil. Completó un buen duetto en el tercer acto con Sabina Puértolas (Dalinda), que se mostró algo limitada con un timbre un tanto punzante. Pese a ello ambos estuvieron a la altura, lo cual es decir mucho.
Y aderezando todo lo anterior, Il Complesso Barocco, llevado por Curtis en su línea conservadora. Dirección correcta, sin arriesgar en tempi ni dinámicas pero, no obstante, capaz de sacar un grato sonido a la orquesta. Historicismo ortodoxo pero eficaz, aunque a buen seguro que hubiéramos asistido a un Ariodante histórico de haberle puesto el americano un poco más de pimienta a la dirección.
Todo esto ocurrió después de tres horas de representación, mutilada en ciertos momentos. Cayeron los números del ballo del primer acto, el personaje de Odoardo, el aria de Dalinda “Il primo ardor” y algunos fragmentos de recitativos. Aunque sea una práctica habitual cuando se trata de una representación de este tipo no estaría de más que se consignase en el programa de mano.
En definitiva, una noche de ópera que hizo disfrutar a los aficionados al repertorio que, dicho sea de paso, casi llenan el Auditorio. Hay que aplaudir la iniciativa de Antonio del Moral al programar el ciclo Universo Barroco con precios casi populares, algo que hace aún más atractiva, si cabe, la oferta. Sólo esperamos que se siga repitiendo en temporadas sucesivas.