Brasil: choros y otros cantos

Crítica
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Brasil: choros y otros cantos

Un aire tropical en la Fundación Juan March

Viernes temáticos. Popular y culta: la huella del folclore. Músicas populares brasileñas. Ana Guanaraba, canto; Cristina Azuma, guitarra y cavaquinho; Kennedy Moretti, piano; Alicia Lucena, piano. Fundación Juan March, 24 de abril de 2015.

Insertado en el ciclo de los Viernes Temáticos. Popular y culta: la huella del folclore,la Fundación Juan March nos ofrece una serie de conciertos dedicados a músicos populares de diferentes culturas, con prólogos introductorios de comentaristas de la talla de Victoria Eli, Bianca Temes, Elena Torres, o, en este caso, Luis Ángel de Benito. Sus agudos aunque desenfadados comentarios arrancaron varias carcajadas del público: buen comienzo.

Arranca el concierto. Se trata de obras del repertorio popular brasileño del siglo XX, con un estilo y un sabor inconfundiblemente tropical. Esta agua de coco hecha notas nos llega no sólo por los oídos sino también por los ojos: suaves tonos de azul y verde acompañan las melodías del cavaquinho, sumergiéndonos en un mundo de sensaciones que envuelven al oyente y le trasportan al mundo de las palmeras y el salvaje Atlántico, de las rodas de samba e capoeira.

No puedo dejar de reseñar el contraste entre los dos estilos presentes en el concierto. Junto a los dos exponentes de la música (digamos seria) de Brasil, Heitor Villa-Lobos o el “Manuel de Falla brasileño”, (por parafrasear a Luis Ángel), y su corresponsal europeo, Darius Milhaud, encontramos canciones de la llamada MPB, Música Popular Brasileira, más propias de bares y cafés que de salas de concierto, aunque encajaron muy bien en el contexto de la Fundación. Interpretadas por la suave y lánguida voz de la carioca Ana Guanabara –a pesar de que el micrófono de la cantante estaba bajo en comparación al resto de la agrupación, gajes del directo– me gustó mucho su estilo dulce y el modo natural de balancearse, bailar y escenificar durante su canto.

Con ese jeitinho (palabra tan intraducible como el paripé de la Nancy de Sender) que caracteriza a los brasileños, aparte de algunos cambios de último minuto en el programa, encontramos bromas musicales, reflejo del envidiable sentido del humor y de la improvisación de la cultura latina. No puedo dejar de recomendar escuchar el Maricota, sai da chuva, donde un padre regaña a su hija por estar dándose uno de los célebres banhos de chuva tropical; el camisa amarela, que nos propone la historia de un marido que llega a casa a las cuatro de la mañana, solo que cuatro días después (cuya versión española sería La sevillana del borracho de los Mojinos Escozios, de escucha obligatoria); y las touradas de Madrid, donde un brasileño se enamora de una española en los toros y se quiere quedar con ella; sólo por las risas que evocan estas tres piezas. Otras que destacaría son la versión para piano a cuatro manos del Buey sobre el tejado de Milhaud, y la Paulistana de Cláudio Santoro.

Aprovecho como conclusión para reivindicar el desafortunado silencio que generalmente impera en nuestras salas y aulas con respecto a la música brasileña, un riquísimo mundo a descubrir que nos alejaría del rigor concertístico serio, o por lo menos nos aportaría unos nuevos y frescos aires tropicales, dejando ese buen sabor de boca propio del sorriso e abraço brasileiro.

Alberto Caparrós

Fotografía:Fundación Juan March.

Publicado en mayo2015.gif” id=”mes” border=”none”/>

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