Cambio de enfoque

Crítica
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Cambio de enfoque

Eighteenth-Century Russian Music, por Marina Ritzarev

Eighteenth-Century Russian Music, Marina Ritzarev, Ashgate (2006). ISBN: 0754634663.

Imagínese mirar siempre a través de un preciso telescopio. Una enorme cantidad de detalles se pondrían al instante bajo su alcance, pero… ¿sabrá con certeza, sin la necesidad de otro medio de visión, a qué ente pertenece? La verdad sea dicha, no es necesario imaginar tanto. Muchos libros, tesis doctorales –¡e incluso nuestra mirada cotidiana!– adolecen precisamente de este síntoma: enfocar demasiado, abandonar a su aleatoria suerte a los objetos que giran alrededor del tema principal.

No es el caso de Eighteenth-Century Russian Music, escrito por la musicóloga Marina Ritzarev, cuya principal característica reside precisamente en la versatilidad de su instrumento. Tan pronto acerca el objetivo para resaltar –y redescubrir– hasta el más mínimo átomo de la vida y obra de determinado compositor como retrotrae la visión para obtener un campo amplísimo que se dirige, sin bache alguno, hacia la comprensión del contexto.

La mayor parte de los documentos inéditos que se incluyen están centrados en dos compositores: Maxim Berezovski y Dimitri Bortnianski –quizás con más atención a este último–, con una incursión algo más rápida en Stepan Degtiarov. El foco no sólo se detiene en los exhaustivos datos biográficos que aporta la autora, sino también en un análisis musical no descriptivo y orientado al establecimiento de relaciones con el resto de músicas de la época. Las conclusiones que se extraen de las partituras dejan aparte la tradicional obsesión historiográfica acerca de la “rusicidad” (russianess, según el término adoptado por los anglosajones) para reconocer sin pudor influencias italianas, folclóricas o de los géneros religiosos antiguos (kanty) en la música coral. Se establece así una considerable distancia respecto al sesgado enfoque de las fuentes soviéticas, de cuyos déficits advierte la autora en el primer capítulo.

Y es la música coral uno de los capítulos fundamentales del libro. Sin embargo, dada la habilidad de la autora para el cambio de plano, este centro, subyacente, se funde tan bien con el resto de sonidos de la época que pasa casi desapercibido. Esta perspectiva genera un cambio fundamental en el estudio de la música “nacional”: desmitifica a la ópera como el único género válido para la comprensión de la “verdadera” (entre muchísimas comillas) música rusa. Composiciones corales –con la presencia inusual también de la música instrumental– resuenan durante la lectura de este libro. Sus principales actores, al igual que en las bandas de trompas rusas, eran esclavos, y participan en curiosas anécdotas acerca de las excentricidades de la nobleza rusa. Sin ellas el objeto de estudio quedaría enormemente distorsionado y, a su vez, juegan con la ventaja de amenizar considerablemente el paisaje que tiene ante sí el lector.

Hay que destacar que la autora no sólo se luce en la mencionada capacidad de ajustar el zoom, sino también en la abstracción con la que aborda los puntos esenciales de la historia de la música rusa del siglo XVIII. El espectador que prefiera estas las vistas de pájaro podrá encontrar gran satisfacción en la concisa información sobre los mitos de la Rusia anterior al siglo XVIII, el ambiente musical de cortes paralelas a las de los grandes zares –como la del zarévich Pablo, hijo de Catalina la Grande y futuro Pablo I–, la masonería o la música popular y su adaptación a los ambientes cortesanos. Para ti, afamado universitario, están dirigidos todos aquellos datos que necesites encontrar, con una relativa exactitud. Todo ello, como se ha dicho, también desde un nuevo punto de vista académico que trasciende la tradicional, ya anticuada y en exceso “nacionalista” literatura de hace unos años.

Y para usted, ávido lector de todo que se le ponga por delante, también está destinado este mosaico de lentes para la visión, a las que no le costará acostumbrar a nuestro poco entrenado ojo.

Cristina Aguilar

Publicado en octubre 2013

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