Heroicidades atrevidas
Heroicidades atrevidas
Nuevas versiones de la Heroica y la Fantástica
Ciclo Orquestas y Solistas del Mundo de Ibermúsica. Ludwig van Beethoven: Sinfonía nº 3 en Mi bemol mayor, opus 55, “Heroica”. Héctor Berlioz: Sinfonía fantástica, opus 14. Philharmonia Orchestra. Dir.: Esa-Pekka Salonen. Madrid, 23 de septiembre de 2013. Auditorio Nacional.
Muchas interpretaciones se han hecho sobre las obras que el día 23 de septiembre se escucharon en el Auditorio Nacional, de ello dan constancia las múltiples grabaciones que existen de la Heroica de Ludwig van Beethoven y de la Sinfonía fantástica de Héctor Berlioz. Pocas, sin embargo, destacan tanto por ser reinterpretaciones innovadoras como la que ofreció el director finés Esa-Pekka Salonen a cargo de la Philarmonia Orchestra.
El concierto comenzó con la Sinfonía nº 3 de Beethoven, que brilló por la buena sincronización de los músicos y por una sonoridad correctamente afinada. La innovación en la versión que dio Salonen se produjo por los ajustes en el tempo, inusualmente rápido en el primer y cuarto movimiento. Con un marcado frenesí, se sucedieron las variaciones estrepitosas del Finale que, en cambio, sobrecogía por la potencia orquestal.
El primer movimiento de esta sinfonía fue interpretado en su momento por los exégetas románticos posteriores a Beethoven como un verdadero paradigma de la forma sonata, como una representación de la “música absoluta” que defendían. Más tarde se dieron cuenta de que esta obra escondía un argumento latente, épico y trágico al mismo tiempo, que el receptor debía descubrir a través del discurso musical. Sin embargo, como dice Eugenio Trías, poco se adecúa a nuestra época de procesión de máscaras, o del carnaval filosófico, o de alergia a todo Gran Relato. El ethos de virilidad y marcialidad que desprende esta sinfonía de marcado estilo heroico que, sin duda alguna, cumple con las expectativas de grandeza y valía, se distancia sobremanera de la estética de nuestro tiempo, basada en un tono más escéptico y descreído.
Quizá fuese este ethos el que se involucrase en la interpretación por Salonen de la Sinfonía fantástica. La imaginación de aquel espectador que observase la introducción de un bombo añadido a la plantilla orquestal podía anticipar el volumen sonoro que se iba a generar en la sinfonía programática. Fue tal la potencia orquestal, sobre todo en la “Marcha hacia el cadalso” y “El sueño de una noche de aquelarre”, que se oyeron a la salida del concierto algunas opiniones negativas, tachando la versión de “excesivamente ruidosa”. Más bien parece que Salonen quiso aportar una visión atrevida a la Fantástica, exagerando lo que ya de por sí es exagerado: el carácter apasionado y exaltado de Berlioz.
María Elena Cuenca Rodríguez
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