Carreras regresa triunfante a los escenarios

Crítica
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Carreras regresa triunfante a los escenarios

El Arriaga se tiñe de negro para acoger la ópera El juez

El juez. Música: Christian Kolonovits. Libreto: Angelika Messner. Dir. de escena: Emilio Sagi. Dir. musical: David Giménez. Intérpretes: Josep Carreras, José Luis Sola, Sabina Puértolas, Carlo Colombara, Ana Ibarra, Mª José Suárez, Itziar de Unda, Manel Esteve, […], Bizkaiko Orkestra Sinfonikoa, Kantika Korala, Coro Rossini. Teatro Arriaga. Bilbao, 26 de abril de 2014.

Cuando en 1814 Napoleón Bonaparte puso pie en la isla italiana de Elba, aparentemente se daba fin a una meteórica carrera militar que lo había hecho disfrutar del mayor reconocimiento y poder de la época. La derrota en Leipzig supuso, a la postre, el destierro en esa minúscula isla para quien había dominado toda Europa.

En el año 1987 a José Carreras le fue diagnosticada una letal enfermedad y debió someterse a un duro tratamiento, pese a lo cual prosiguió con su carrera hasta que en 2009 comunicó su retirada de la ópera, limitándose a realizar recitales.

Sin embargo, lo que a muchos otros hubiera minado en su fuerza y ánimo no influyó en él. La inagotable energía que le caracteriza ha sido la catalizadora de este proyecto que comenzó hace dos años. Un hecho fortuito dio el segundo impulso, el documental emitido por la BBC sobre los bebés robados que inspiró a la libretista Angelika Messner y al compositor Christian Kolonovits para realizar la obra que tuvimos ocasión de disfrutar recientemente en el Teatro Arriaga, y en cuyo proceso de creación participó muy activamente el tenor catalán. Por fin, el pasado 26 de abril cientos de personas venidas de dieciséis países tan alejados como EE.UU., Australia, China o Japón aguardaban expectantes el regreso de Carreras.

El juez o Die verlorenen Kinder es una ópera de dos horas y veinte de duración de la que considero podía haberse prescindido de algunas partes que no aportaban demasiado contenido musical ni argumental. Trata con una trama compleja un capítulo muy triste de la historia española y que ha gozado de bastante protagonismo recientemente: los bebés robados por la monja Sor María, los cuales eran entregados a familias escogidas a cambio de importantes sumas de dinero.

El Teatro Arriaga se sumió en una atmósfera tétrica, oscura y fría para imbuirnos en esta trama. El convento, representado por una estructura metálica, dominaba el escenario rodeado de una luz tenue que acompañó prácticamente durante toda la obra. Los personajes casi se mimetizaban en este paisaje yermo con sus ropajes oscuros y poco llamativos.

Una música mayormente tonal y modulatoria, impregnada, al igual que otras muchas composiciones de Christian Kolonovits, de elementos de rock y pop siguió fielmente el argumento dando algunos toques de color a una producción que, de otro modo, hubiera resultado mucho más monótona. Con una sonoridad que se encontraba entre la banda sonora y el musical logró mantener la atención de los espectadores más jóvenes no habituados a la ópera que abundaban en la sala. Los dos primeros actos más melancólicos y pausados estuvieron salpicados de bellos solos de violín. El fagot abrió con una melodía con reminiscencias árabes la segunda parte del espectáculo a lo que siguió una música mucho más rítmica y que alcanzó ambos extremos del registro. Con todo, al terminar la función no se oyó ninguna de las melodías tarareadas por el público en los pasillos del teatro, en parte porque exceptuando “La canción del pañuelo” la mayor parte de temas se escucharon una sola vez. La partitura contaba con momentos muy inspirados y efectistas y otros de gran dificultad interpretados adecuadamente por la orquesta BIOS, a la que se unieron sorprendentemente un saxofón, un arpa y una guitarra. Cuerdas, vientos y voces compartieron fragmentos durante gran parte de la obra, concediéndole un volumen sonoro considerable que sin embargo no enmascaró a los cantantes.

Entre estos sones algo anacrónicos surgió, con menos brillo del esperado, el protagonista de esta historia, la estrella de la ópera y la razón de tamaña afluencia, Josep Carreras como el juez. Aunque el resultado global fue bueno por tratarse de una obra adaptada a las cualidades vocales actuales del tenor y en la que predominaban los recitativos, su nivel no estuvo a la altura de semejante acogida. El cantante tuvo ciertas dificultades para proyectar en los extremos de su tesitura, si bien en las arias como “Destino cruel” mantuvo la calidez de su voz y expresividad que en su día le llevaron a las cotas más altas de la lírica internacional. A su lado actuó José Luis Sola en el papel del cantautor Alberto, quien demostró su gran capacidad técnica en los agudos, los cuales abundaban en un papel cuyo peso en la composición reñía con el del propio protagonista. Ana Ibarra también realizó una gran actuación, a diferencia de sus compañeros Carlo Colombara y Sabina Puértolas que tuvieron ciertos problemas con la afinación en los pocos tramos realmente virtuosísticos que pudimos escuchar en una ópera que, en general, concedió a sus líneas vocales un carácter natural y más cercano al musical.

El juez abordó un tema complejo de forma muy original, haciendo mención a la corrupción política y criticando igualmente a la Iglesia, pero concluyendo con un alegato final lleno de esperanza y conciliador, acompañado de una música alegre y extremadamente aguda, entre focos cegadores.

Después de su confinamiento en Elba Bonaparte escapó de la isla y recuperó el mando del ejército para luchar por el poder y hegemonía perdidos en la vuelta de “Los cien días”, durante la que recuperó el mando sin disparar un solo tiro, amparado en la gloria que le precedía. Del mismo modo José Carreras, junto a su compañía de cantantes y miembros de la orquesta, reconquistó el Teatro Arriaga entre los vítores del público.

Ojalá que esta ópera, que ha servido como homenaje a la trayectoria del tenor, suponga una vuelta definitiva que lo mantenga dignamente en los escenarios por más de cien días.

Garazi Echeandia Arrondo

Imagen: http://www.hoyesarte.com/evento/2014/04/el-regreso-de-josep-carreras/

Publicado en mayo/junio 2014

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