“It Don’t Mean a Thing (If It Ain’t Got That Swing)”
Título: Escritos de jazz
Autor: Boris Vian
Editorial: Backlist (2011)
ISBN: 978-84-08-10331-8
Boris Vian es, sobre todo, conocido por aquella primera novela Escupiré sobre vuestra tumba que publicara en 1946 bajo el pseudónimo –uno de los tantos que utilizaría– de Vernon Sullivan. Auténtica novela negra, Escupiré sería censurada por su gran contenido de sexo y violencia, lo que se traduciría en un éxito de ventas y ataques por parte de la crítica; no se sabe si lo que no les gustó fue la novela o el hecho de que Vian jugara con ellos al utilizar un nombre falso y no desvelase su identidad hasta años después. Todo lo contrario a un succès d’estime.
Escupiré sobre vuestra tumba también crearía en su momento un discreto “efecto Werther”, ya que supuestamente sirvió de inspiración para el asesinato de una mujer por su marido, quien dejaría el libro de Vian abierto en la escena del crimen. Desde luego, esto no ayudó demasiado a acallar las críticas que tildaban el texto de inmoral, lascivo y violento.
Esta novela sería también la protagonista de la anécdota más popular de la vida de Boris Vian: la historia de su propia muerte. Habiendo vendido los derechos del libro para su adaptación al cine, éste sería apartado de la misma por sus continuas peleas con el guionista, el director y el productor, llegando incluso a pedir que se quitara su nombre de los títulos de crédito. Pero, ¿quién no tendría curiosidad de ver cómo se había realizado esta adaptación, aunque no se estuviera de acuerdo con ella? Vian acude al preestreno de incógnito y sufre un ataque al corazón en plena proyección. Tal como cantara Piaf en los últimos compases de L’accordeoniste, cuando la acompañante de Vian se da cuenta de lo que ha pasado, pide a gritos que pare la música que sonaba en esos momentos. ¿Se paró la música? La leyenda cuenta que no. Vian moría a los 39 años en aquel cinematógrafo al que cantara años antes.
Pero Escupiré sobre vuestra tumba no provocaría el único escándalo en su producción. Como compositor, las canciones
El desertor y Fais-moi mal, Johnny causaron sensación –buena y mala– en el público. Aunque después se encumbraría como alegato antibelicista y llegase a convertirse casi en un himno, a las autoridades francesas, enredadas por aquel entonces con la ocupación argelina, una canción como El desertor no debió de hacerles demasiada gracia; por su parte, Fais-moi mal, Johnny narra una relación de masoquismo moralmente incorrecta para todo aquél que no comparta la ironía y el sentido del humor del “bisonte encantado”, tal como le denominara Prévert en el anagrama de su nombre que instauraría las “eras bisónicas”.
Llega ahora este libro de la mano de Backlist para ofrecernos la obra más irónica, sarcástica e irreverente de Boris Vian: sus escritos sobre jazz. Asiduo de las caves de Saint-Germain-des-Prés, del Café de Flore o Les Deux Magots, en un París en el que Charlie Parker era conocido como “Zizeau” (cuya pronunciación recueda a “oiseau”, “pájaro”) y en donde los jóvenes intelectuales se abalanzaban sobre las sonoridades del jazz como la fortuna sobre los valientes, Vian comienza a escribir crítica de jazz. ¿Dónde? Nada más y nada menos que en Combat, el periódico que dirigía Camus, aquel mismo Albert Camus que hablaría, escribiría y reflexionaría durante años y años sobre el absurdo y que, poco después de afirmar públicamente “no conozco nada más idiota que morir en un accidente de auto” moriría él mismo en un accidente de auto. Una muerte absolutamente absurda –e idiota– para el “padre” del absurdo.
Coincide, además, la publicación de este libro con la reciente muerte este pasado mes de noviembre de uno de los grandes divulgadores del jazz (y compañero de Messiaen en el Conservatorio de París): el violinista, fundador de Jazz Group de París, crítico y escritor francés, André Hodeir, al que Vian cita con admiración en sus páginas.
Algunos de los textos que podemos encontrar en la edición de Backlist ya estaban presentes en aquellos dos tomos que en 1984 sacara Ediciones Grech, pero otros son inéditos, para alegría de los fans de Vian, que son más de los que parecen. Crítico de los críticos, en especial del también productor Hugues Panassié, en sus escritos Vian no escatima en palabras a la hora de atacar a aquéllos que a su vez atacan a la música negra y en especial al jazz. Sin abandonar la ironía, defiende con uñas y dientes el bebop original que Gillespie y Parker crearan en un hotel de Kansas City en la búsqueda de un estilo propio, de identidad racial, frente al jazz blanco, más divertido y comercial. Aquí podremos encontrarnos algunas de las críticas que Vian escribiera bajo su nombre real o con pseudónimo, los textos para los libro-discos Jazz pour tous, para la colección Phillips, su Historia abreviada del jazz o un pequeño pero útil glosario. La temática es jazzística, el estilo de la escritura de Vian también. Así que no esperen los eruditos hallar sesudas discusiones sobre acordes de paso o las quintas disminuidas del bop –para eso ya existen numerosas historias del jazz en el mercado– sino admírense los lectores de la prosa fresca, suelta y ágil del que fuera “Presidente de la Subcomisión de las Soluciones imaginarias” del “Colegio Patafísico de París” creado en 1948 bajo la inspiración del maravillosamente excéntrico padre de Ubú: Alfred Jarry. Narrativa patafísica la de Vian, plena de neologismos, juegos de palabras, aliteraciones y otras diabluras lingüísticas que hacen las delicias de sus incondicionales y son una auténtica pesadilla para sus traductores.
Cantante, trompetista de jazz, compositor, escritor de cuentos, escritor de novelas, poeta, ingeniero, actor, inventor… Sus Escritos de jazz nos muestran cómo Vian supo llenar de ritmo los 39 años de su vida. Ahora, después de leerle sólo nos queda preguntarnos: ¿Y nosotros? ¿Tenemos el swing?
Ana Mª del Valle Collado
Artículo publicado originalmente en Jugar con fuego. Revista de musicología