King Gizzard and the Lizard Wizard, Infest the Rat’s Nest

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King Gizzard & The Lizard Wizard, hacia la distopía sonora: Infest the Rat’s Nest

Discóbolos

King Gizzard and the Lizard Wizard, Infest the Rat’s Nest, Flightless, agosto de 2019

Podríamos calificar a King Gizzard & The Lizard Wizard como una de las bandas más alocadas y anárquicas de este siglo, y es que su música, manteniéndose siempre dentro del rock, bebe casi de tantas estéticas como discos han publicado. La cantidad de álbumes que han producido en un breve espacio de tiempo es tan abrumadora que cuesta imaginar que aún puedan sorprendernos (recordemos que en 2017 sacaron a la luz 5 proyectos distintos), pero así lo han hecho. Los australianos consiguen con Infest the Rats Nest poner patas arriba toda su creación anterior, con un álbum centrado en un trash-metal muy personal y una absoluta y minuciosa atención al detalle. Muestran ciertas características en la estructuración de los temas y la sonoridad que recuerdan al metal progresivo de Tool, tremendamente influenciado por los míticos King Crimson, banda pionera del progresivo en cuya producción se encierran varias claves para entender los posteriores desarrollos del género.

El álbum abre con “Planet B”, un tema que declara con acierto lo que será este nuevo proyecto: un compendio de sonidos acelerados, guitarras frenéticas con muchos acordes disminuidos y un sentido del pulso que lo único que nos permite es desear lo que llega a continuación.

“Mars for The Rich”, en cambio, nos hace retomar  el punto de contacto con la esencia de King Gizzard & The Lizard Wizard, y es que pese a que el sonido del proyecto es puramente trash-metal, debemos recordar una cosa: KG&TLZ no es una banda de metal. “Mars for the Rich” es el tema más suave del proyecto en cuanto a sus riffs y, rítmicamente, el pulso nos da la opción de descansar para que podamos asimilar todo lo que vendrá después, pues desde “Organ Farmer” hasta prácticamente el final solo podemos observar cómo el mundo que conocemos se va a acabar en una frenética carrera dominada por las guitarras y una fuerte batería.

Quizá esta última canción, junto con “Self-Immolate” y su precedente “Venusian 2”, constituyen los mejores momentos del disco, no solo por la energía que transmiten sino por su estructura, con secciones marcadas y contrastadas con claridad: el bucle a partir del minuto 1’10” de “Organ Farmer” o la introducción de “Self-Immolate”, cortada por la aparición del riff de guitarra en el segundo 46  que hace que el orden del bombo y la caja alternen pulsaciones al comienzo de cada nuevo compás, constituyen elementos estructurales que demuestran una gran claridad de intenciones y capacidad de organización formal.

No podemos obviar todo el trabajo narrativo que se encuentra detrás de la música. Los temas tienen coherencia en la particular historia que nos cuentan los australianos y la narrativa que se exhibe a lo largo del álbum constituye  gran parte del valor general del proyecto. Los títulos de los temas dejan clara la dirección de esta narrativa: desde “There is no Planet B”,  referida al movimiento ecologista, hasta “Hell”, pasando por “Mars for the Rich” (“Marte para los ricos, la Tierra para los pobres”), King Gizzard reflexiona sobre los abusos del hombre sobre la naturaleza. Precisamente este tipo de detalles, entre otros, determinan el éxito de esta banda (no podemos olvidar aquellos 10’10” que duraban los cuatro temas de Quarters, 2015, o la continuidad hacia el infinito que nos plantea Nonagon Infinity, 2016).

Infest The Rats Nest tiene algo que podría convertirlo en una de las grandes joyas de KG&TLW. Su energía es realmente envolvente, su música es intensa y el discurso no pretende ser algo que no es. Demuestra que detrás de la banda hay músicos con conocimientos e intenciones claras que saben perfectamente lo que hacen en cada momento y cómo lo quieren hacer. Hay detalles de composición que son magníficos: cambios de tono lógicos pero inesperados, estructuras de no mucha complejidad pero suficiente para que nuestro oído reconozca que la forma no es la esperada… Quizá para los fans más acérrimos de la banda puede ser un punto de desconexión, pero precisamente los momentos en los que intentan sonar a sí mismos son los menos destacables de este proyecto (como ocurre en “Mars For The Rich” o “Superbug”), guiado por la exploración de sonidos más ásperos.

En definitiva, Infest The Rats Nest es un disco atípico, un buen álbum que se sale de lo esperado y genera tremendas expectativas sobre el futuro de la banda y sobre su relación con sus oyentes, acostumbrados a constantes cambios de dirección. No es un proyecto que perturbe la escena del rock actual, pero propone una vuelta a tiempos pasados, una revisión de la estética del metal progresivo tan relevante en los 90 con resonancias de las bandas pioneras de los 60 y mucho trash-metal.

Guillermo Masiá y Livia Camprubí

Fotografía de Elena Alba Martínez

Publicado en octubre 2020

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