El hombre y los elementos
Peter Grimes on Aldeburgh Beach, Benjamin Britten (música), Margaret Williams (dir. cinematográfica). Filmoteca Española, 18 de diciembre de 2013. A. Oke, G. Allen, D. Kempster, G. Keeble, A. Hutton y C. Bedford, R. Murray, H. Waddington, C. Wyn-Rogers, C. Rice. Britten Pears Orchestra. The Chorus of Opera North. Chorus of the Guildhall School of Music & Drama. Dir. musical: Steuart Bedford. Dir. de escena: Tim Albery. Decorado y vestuario: Leslie Travers. Iluminación: Lucy Carter.
Dentro de la extensa lista de homenajes al centenario de Benjamin Britten durante el 2013, la Filmoteca Española en colaboración con el British Council ha programado un ciclo de seis sesiones dedicadas al compositor. Se han proyectado cinco cortometrajes para los que el autor compuso la banda sonora en los años 30; la adaptación en imágenes de War Requiem por Derek Jarman con la mítica grabación de DECCA (1963) que registró el reparto vocal previsto para el estreno de 1962 con Britten a la batuta de orquesta de cámara; el documental A Time There Was y la reciente grabación en DVD de la ópera Peter Grimes realizada durante el festival de Aldeburgh, de la que se ocupa esta reseña.
Hay que agradecer la iniciativa de estas proyecciones en Madrid, que nos permitió acercarnos con la proyección de Peter Grimes a una versión de gran intensidad, pese a que la calidad sonora del registro no se pudo apreciar en profundidad, coincidencia frustrante y algo exasperante para un evento musical. Peter Grimes on Aldeburgh Beach va camino de convertirse en una referencia dadas las especiales circunstancias que concurren en este audiovisual. A la fecha del centenario que imprime carácter, se quiera o no, se suma un buen resultado musical y, especialmente, se celebra el retorno del Grimes “hombre” al entorno donde se gestó. El empeño en representar esta ópera en su hábitat ha permitido disfrutar de un escenario inigualable a orillas del mar del Norte, en la playa de Aldeburgh. La ambientación descubierta ha sido cuestión obligada al no poder albergarse por cuestiones de tamaño, en ningún espacio cubierto de Suffolk, condado natal tanto de Britten como del poeta Crabbe cuyo poema The Borough inspiró esta obra lírica. Las vicisitudes del escenario abierto obligaron a que los cantantes llevasen amplificación y que no hubiese orquesta en la escena. En su lugar sonaron las grabaciones realizadas durante la versión concierto con la que se abrió el festival.
La historia del antihéroe adquiere un nivel adicional de realismo en este contexto marino. El viento que arrecia a los personajes, empuja sus vestidos y agita las melenas o mechones de pelo, penetra directo en esta tragedia que narra la ambición mundana. La fuerza de lo visual se suma a las potentes evocaciones del cielo y del mar en lo musical. Hay otros elementos ajenos a la partitura como el sonido del mar o las pisadas del protagonista en las piedrecillas de la orilla que se han incluido en esta interpretación con acertado criterio. Sin embargo el tránsito de las nubes o el horizonte cambiante no se han retratado con tanta habilidad y quedan fuera del tempo general de una puesta en escena coherente y unitaria.
La música de Britten es ante todo humana, demasiado humana, grandiosamente humana. Aspecto que ha quedado encarnado magníficamente en esta producción, y logro notable. Se ha conseguido fidelidad en el retrato de los pasajes psicológicos ondulantes de temor y culpa, también de la grieta deliberada que irrumpe en la vana persecución de una presa, y de la tenue luz redentora avocada a la extinción. El elenco da vida a unos párrafos inflamados sin dejarse apresar por las palabras, acorde con la exigencia del contenido emocional. La interpretación de Alan Oke como Peter Grimes resulta creíble al máximo. Belleza vocal, expresividad e introspección. Logra el difícil equilibrio de lo multidimensional en el villano, el outsider, el hombre fuera de la ley, el oprimido, que se repliega al sistema inevitablemente, víctima de los elementos naturales y de los humanos. Bordó el himno a las estrellas, obra de arte en sí misma. Giselle Allen como Ellen Orford estuvo penetrante, en sintonía con el carácter del anterior. También destacaron David Kempster como Balstrode, Gaynor Keeble, Alexandra Hutton, Charmian Bedford y Robert Murray. Los coros impregnan con fuerza avasalladora los actos segundo y tercero en el retrato de la mentalidad cerrada de la multitud frente al individuo.
Este DVD ofrece una versión que, parafraseando a Proust, atiende a un sentimiento que mueve a mirar una cosa no como espectáculo, sino a creer en ella como un ser sin equivalente. Coyunturas de un centenario. “But if the horoscope’s bewildering / Like a flashing turmoil of a shoal of herring / Who can turn skies back and begin again?”.
Eva González Bullón
Fotografía tomada de http://www.grimesonthebeachfilm.com/.
Publicado en enero 2014