Wilco, Ode to Joy
Wilco, sin claridad de intenciones: Ode to Joy
Discóbolos
Wilco, Ode to Joy, dBpm Records, octubre de 2019
Ode to Joy es un álbum del que cuesta saber qué esperar, que te lleva a cuestionarte qué parte del material es sincero con lo que el artista tiene que decir. Si bien el primer tema, “Bright Leaves”, hace pensar que vamos a escuchar un trabajo minucioso y preciosista, el álbum combina este tipo de canciones con otras de mucha peor calidad, dejándonos una sensación de incomodidad generalizada.
«Bright Leaves» es genial, no nos vamos a engañar: es delicado y su producción es perfeccionista. La libertad con la que se intercambian las melodías de las guitarras y el piano de fondo, la presencia del bajo y los delay hacen que se consiga crear una atmósfera de intimidad que no se volverá a escuchar en todo lo que continúa, pues a partir de aquí lo único que podemos deducir es que se compusieron temas de muy buena calidad, y se combinaron con otros cuya función era hacer que su nuevo proyecto durara más de 40 minutos.
«Before Us» ya nos baja de la nube y nos muestra un tema precario en cuanto a construcción motívica y lírica. Mientras «Bright Leaves» era puro detalle, «Before Us» no aporta nada, es puro relleno, y así sucede con otra gran cantidad de temas del proyecto: «One and a Half Stars», “Quiet Amplifier” (casi seis minutos de música construidos en poco menos de cinco acordes y alguna disonancia), “White Wooden Cross” o “Citizens”. El problema no es la falta de variedad motívica o la escasez de recursos en juego, sino la incapacidad de desarrollarlos en algo interesante, atractivo. El problema son canciones de menos de cinco minutos que se hacen largas, vacías y repetitivas.
“Everyone Hides” en contraposición trae algo nuevo al disco, es un tema movido, melancólico y divertido al oído. No es el mejor tema del álbum pero se agradece algo con este sonido rápido para poder desconectar de temas tan vacíos como los anteriores (y los posteriores).
La palabra que definiría a este álbum a la perfección es “sinsentido”, y no porque la música sea rara o inaccesible, sino porque simplemente no se entiende qué función se pretende cumplir con tal cantidad de temas sin relación orgánica entre sí, no hay dirección ni enfoque.
El caso es que entre todo esto aparece “We Were Lucky” y nos devuelve la fe mínimamente; aquí escuchamos experimentación, riesgo a la hora de crear, disonancias, un clímax (algo que falta bastante en todo el conjunto del disco), y sobre todo, energía. “We Were Lucky” y “Bright Leaves” hacen este disco peor, pues es incomprensible que dos temas tan buenos convivan con otros tan mediocres.
Ode to Joy es un disco sencillo y sin grandes pretensiones. En un arrebato de orgullo nos regala sus dos temas más elaborados y el resto se pierde en un mar pobre de ideas. Pese a una apariencia oscura, intimista y profunda, se esconde todo lo contrario, el vivo retrato del continuismo más aburrido. Quizá es un álbum que quiere conseguir llegar a emocionar con lo más básico a todos los oyentes, pero el efecto que crea es de conformismo. No consigue ni pretende ahondar en nada de lo que propone, es un acercamiento a lo profundo y a lo íntimo, pero falto de solidez.
Guillermo Masiá y Livia Camprubí
Fotografía de Livia Camprubí